¿Cómo no rechazar y condenar los crímenes que se cometieron durante algunas operaciones de la Fuerza Pública y que fueron reportados como bajas en combate? Cada hecho debe individualizarse, condenarse con vehemencia y que la justicia actúe con todo el peso de la Ley. Quien haya cometido ese tipo de actuaciones criminales, debe responder por lo que individualmente hizo. ¡Jamás nos enseñaron a delinquir...! ; nos enseñaron principios y valores, a portar las armas de la República para servirle al país. Nos enseñaron a amar a Colombia, a defender La Paz en las regiones más inhóspitas, a defender a la gente. De mis superiores siempre observé buenos ejemplos. Nada bueno se construye estigmatizando a una Institución a la que miles, miles, miles y miles, servimos con amor; aún persisten en sus filas, en sus Sagradas naves, bases y cuarteles, nuevas generaciones que sirven con el mismo orgullo, honor, sacrificio y patriotismo. Hoy guardo la sensación que el acuerdo de Paz con las FARC,
A partir del próximo 7 de agosto, por primera vez en la historia de nuestro país, atraca sobre el muelle de la casa de Nariño, un inquilino de la orilla izquierda de la política nacional. Gustavo Petro, lleva encima una historia que para muchos es un estigma y sus detractores no le perdonan haber sido miembro del M-19, un grupo guerrillero desmovilizado en 1990, que propició uno de los episodios más trágicos en la historia del país. Gustavo Petro tiene una polémica vida pública marcada por su pasado revolucionario, pero también por su papel como senador y alcalde de Bogotá. El nuevo presidente de los colombianos, iniciará su gobierno signado por lo que lo ha caracterizado en sus discursos cargados de pasión, al punto que su verbosa dialéctica, transmitió sentimientos de desprecio, odio, rencor y deseos de venganza. Si bien su discurso en la noche victoriosa fue conciliador e integrador, invitando a construir consensos y unidad nacional, solo hasta las primeras semanas de su gobie