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Naturaleza y carácter de la batalla naval del Lago de Maracaibo...

José Prudencio Padilla nació en el año 1784 en la ciudad de Riohacha. Mulato de origen humilde, desde muy joven se enroló en la Real Armada Española, participando en la Batalla Naval de Trafalgar a bordo del navío "San Juan Nepomuceno", comandado por el Capitán de Navío Cosme Damián de Churruca. Fue prisionero de guerra durante la derrota Franco - Española, compartiendo tres años de cautiverio con el entonces Capitán de Infantería don Pablo Morillo. Regresó a Cartagena de Indias con el cargo de Contramaestre del Arsenal. 

Tal vez ninguna otra batalla de la historia naval tenga mayor interés para el oficial naval colombiano como la gloriosa Batalla de Maracaibo, por formar parte de nuestra historia patria y por ende de la historia de nuestra Armada, quizás de otras se puedan sacar enseñanzas de nuevas estrategias, coaliciones, tácticas, tecnología, arsenales, armas de destrucción masiva, y consecuencias políticas o económicas en un mundo moderno y globalizado; pero esta es especial, debido a que la independencia de la Nueva Granada, fue asegurada con su victoria.

Por esto, más allá de lo que historiadores y catedráticos han enseñado en materia de historia militar, no fueron las batallas de Boyacá y Carabobo, las que sellaron la libertad de la Colombia y Venezuela granadinas. Fue la batalla naval del Lago de Maracaibo, a través de una estrategia de aproximación directa al centro de gravedad de las fuerzas españolas, la que cerró definitivamente las puertas al imperio español. Gracias a esta batalla se expulsaron los reductos realistas fuera del territorio patrio, y a través de la coordinación del poder naval y terrestre, se le facilitó a Bolívar continuar con éxito la campaña libertadora hacia el sur del continente.

Dado lo anterior, es realmente asombroso, como los historiadores en Colombia han pasado por alto los hechos marítimos sucedidos durante la gesta independentista; pero sorprende, especialmente, el desconocimiento académico de los efectos que tuvo la Batalla del Lago de Maracaibo en todo el conjunto de la independencia suramericana[1].

Esta Batalla dio un golpe de muerte al poder naval español en la Gran Colombia, quienes privados del dominio del mar, no pudieron ejercer en adelante acciones eficaces para ejercer soberanía sobre sus territorios en ultramar. Pero son los propios venezolanos y colombianos quienes marcan distancias entre sí mismos, por hacerse del control y el poder que otorgaba una naciente Colombia y próspera República que podría convertirse desde sus inicios en potencia hemisférica y mundial, como también, es sorprendente que la gesta heroica del almirante Padilla, hubiera terminado con su inmolación, bajo la rúbrica del Libertador, luego de haberlo acusado de ser el autor intelectual de la noche septembrina[2].

No pretende este ensayo, sumergirse sobre los hechos ya protagonizados por los héroes de la República; pues muy cierto es, que horas enteras entre la gloria, tensiones, crisis de la política naciente colombiana, sinsabores y desacuerdos, desentendimientos sin fundamentos existieron entre los patriotas colombianos y venezolanos, pero si es oportuno rescatar la naturaleza de la gesta de Maracaibo y reflexionar sobre el carácter de esta batalla, que hoy perdura en el tiempo y que tiene un profundo significado en la formación de las jóvenes Repúblicas de Colombia y de Venezuela.

Antecedentes
Es Francisco de Miranda, patriota venezolano uno de los primeros criollos que visitó a algunos dirigentes políticos europeos como Catalina II de Rusia, Gustavo III de Suecia, y otros en Italia, Suiza, Francia e Inglaterra, buscando apoyo para la emancipación de las colonias españolas en América[3].

Los intereses de la República en gestación se hacen visibles desde 1805, cuando en Nueva York se alistó el velero de nombre “Leandro”[4], en donde embarcaron fusiles, trabucos, cañones, machetes, sables, carabinas, municiones, y un grupo heterogéneo de tripulantes para combatir, en las tierras dominadas por España, conformado por norteamericanos, franceses, polacos, austriacos, a los que se unieron holandeses y caribeños de Barbados, Jamaica, nativos de la vieja isla de Providencia y de las Antillas del Caribe.

Según historiadores colombo venezolanos, el 12 de marzo de 1806, Francisco de Miranda, en altamar, dio el nombre del territorio que se disponía a liberar: “Colombia”, y ordenó redoble de tambores, pitadas de contramaestre y que se izara desde el palo mayor la nueva y primera bandera de Colombia con sus colores amarillo, azul y rojo. Allí nacieron, en ese mismo momento, Colombia, su bandera y su primera marina de guerra. Se podría interpretar entonces que la patria se gestó y se liberó en el mar.

La lectura histórica de la naciente República de Colombia, indica que esta comienza su transición a la consolidación, a partir de lo alcanzado al final de la campaña libertadora de la Nueva Granada en 1819. Pero no se puede olvidar que desde antes, bajo los ideales de Antonio Nariño y De Miranda como ya se consignó, se organizaron los primeros batallones, que poco después fueron los precursores de la formación de un nuevo Estado, comprendiendo las provincias libres de la Nueva Granada y Venezuela, con Quito y Guayaquil.

Finales de 1820
José M. de Mier, miembro de la “Academia Colombiana de Historia”, en 1978, consigna en su obra “Maracaibo, acción granadina”, que ante la exitosa actuación de las tropas patriotas, Don Pablo Morillo propuso al Libertador un armisticio, y es cuando Bolívar comprende que tal tregua traerá a sus ejércitos claras ventajas, al ámbito político una luz aunque breve de paz, efímera calma a los sufridos hogares, y un mejor y mayor tiempo para afianzar las medidas económicas y administrativas que desde Bogotá van dictándose por parte de Francisco de Paula Santander.

Fue claramente establecido en el tratado de Armisticio, el límite del terreno que permanecía bajo cada bandera. Ello implicó que la plaza de Maracaibo se retuviera en poder de las fuerzas españolas; y es acá donde las tropas granadinas mantienen su interés por recuperar la totalidad de la costa venezolana, por ser un territorio geográficamente estratégico para los intereses nacionales de Colombia, por lo que se concebía imperioso bloquear y cerrar el control que pretendía su enemigo sobre la costa samaria, la Guajira, Maracaibo y Coro al sur de la península de Paraguachón.

Consecuencias de Carabobo
Para comprender la importancia de la Batalla Naval de Maracaibo el 23 de julio de 1823, es preciso reparar en la actuación de los mandos patriotas posterior a su triunfo en la batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821.
Los triunfadores no persiguieron a los vencidos, estos mantuvieron capacidades de reorganización y lograron recuperarse sobre la costa a través de sus fuerzas navales, proteger su líneas de abastecimientos y dominar el mar, es decir, pudieron actuar desde allí sobre La Guajira, Maracaibo y Santa Marta. Esta ventaja en poder de las tropas españolas fue la causa de la prolongación de la guerra.

Los granadinos, se embriagaron con algunos triunfos que no se consolidaron y que finalmente incluyeron en la campaña libertadora sinsabores y desaciertos.[5]

Entonces Carabobo, no implicó la libertad absoluta de Venezuela, pues sus costas permanecieron ocupadas por el ejército del rey Fernando[6], y aquí es donde adquiere valor un hecho importante: el no poseer el total control del territorio, convirtió la guerra de liberación de Venezuela de terrestre a marítima, lo que obligaba a gestionar nuevos recursos, por no haber perseguido y vencido a los derrotados de tal batalla. Los españoles eran fuertes en el mar; para entonces aún conservaban la segunda marina más poderosa de la tierra y los patriotas debían confrontarlos en ese escenario.

Situación de Venezuela
Al vicepresidente Santander[7] le correspondió atender los asuntos de la guerra en las provincias del norte, y entre otras de sus decisiones políticas, resolvió constituir a Maracaibo, como una de las bases para mantener el bloqueo patriota a Puerto Cabello.

Uno de los más serios escollos para Santander, era que esa porción de territorio colombiano estaba muy lejos de ser tranquilizador para el gobierno, y es así como Soublette le informa a Santander, quien a su vez envía una comunicación a Bolívar cuando ya cabalgaba por el sur: “debe sernos cuidadoso el Estado de Venezuela, donde la opinión no se ha consolidado perfectamente”[8] o sea, que no existía pleno convencimiento de las ventajas de la independencia, dentro de algunos sectores de la población venezolana, por lo que se hacía necesario fortalecer la unidad nacional.

Bolívar confirma esta premisa, cuando urgido para integrar las fuerzas para la liberación de Venezuela, envía a Santander la siguiente instrucción: “…debe hacer venir a los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, los batallones de la Guardia, que tengan más venezolanos, y sólo dejar en Venezuela batallones de los departamentos del centro de Colombia”[9].

La penuria económica que enfrentaban las provincias libres para ese momento, llegaba a su punto más crítico y el pueblo granadino no tenía recursos tras 10 años largos de lucha contra España. Las provincias del norte, El Zulia y Maracaibo, también estaban en la ruina.

Puerto Cabello
Santa Marta para 1822, se constituyó en la principal reclutadora de tropas para reorganizar el ataque hacia Venezuela. Desde este puerto se gestionó ayuda consistente en dinero, que se enviaba hacia Cartagena, Riohacha, y zarparon barcos con vituallas, para reorganizar el bloqueo al reducto español sobre Venezuela.[10]

La misión para recuperar a Puerto Cabello, le fue asignada al General José Antonio Páez, el cual debía superar la defensa de los españoles. En principio Páez no logró la victoria, sobre sus oponentes, y estos asumieron el control total del puerto el 11 de agosto de 1822.

A cargo del ejército español, se encontraba Francisco Tomás Morales[11], quien con el camino libre en Puerto Cabello, se consolidó sobre las costas del centro y occidente de Venezuela, e incluso se atrevió más allá logrando tomar a Maracaibo el 7 de septiembre de 1822. Las tropas de Morales se hicieron cargo del castillo de San Carlos, fortificando la defensa sobre el Lago de Maracaibo, frente a cualquier intención de la escuadra patriota.

Lo más crítico para Santander, sus generales y el Estado Mayor, sucede cuando Maracaibo se declara realista. Sin apoyo de la población, se retrocedió en el control de las líneas de comunicación y por ende se traumatizó la logística de las tropas en tierra.

Acciones políticas y recursos para la guerra.
Santander a la cabeza del gobierno de Colombia, comprende que el alcance de las operaciones del ejército español al norte, por lo que solicita al consejo de gobierno de La República, el derecho al uso de facultades extraordinarias no solo en los departamentos del Magdalena, Zulia, Venezuela y Boyacá, sino también en Cundinamarca, para hacer la guerra y recuperar a Maracaibo[12].

La lógica de esta guerra, tenía exhausta la nación y la campaña hacia el sur, con la financiación incluida, hacía más crítica la misión del general Santander.

El panorama era el siguiente: el departamento del Zulia devastado, Boyacá apenas podía ofrecer hombres de las provincias de Tunja y Pamplona. Cundinamarca aportaba buena cantidad de hombres; Pamplona por su parte, sirvió eficazmente con el suministro de hombres y en esa localidad fueron dispuestos hospitales militares para las tropas que combatían contra Morales; se estableció a Pamplona como zona de recuperación de los soldados colombianos. De esta forma, buena parte de los recursos humanos y pecuniarios de la Nueva Granada, hicieron posible la campaña que iría a concluir más tarde con la liberación de Maracaibo.

El general José Antonio Páez[13], desde Trujillo informa que el gobierno de Mérida no tenía recursos para sostener los Batallones ni siquiera para ocho días. Otro de los generales granadinos Rafael Urdaneta[14], le manifestó al vicepresidente que:

“la dificultad no está solo en el número de deserciones que se presentaban en las tropas, sino en las distancias y en la falta de cooperación de los pueblos.”

Santander ante esta disyuntiva, ordenó reforzar el Zulia y también a Mérida, desde Cúcuta; y en consecuencia, la ciudad de Cartagena también se unió a los aportes de Santa Marta, por lo que las ayudas se dirigieron vía marítima hacia las primeras naves de la escuadra de Padilla. El general Mariano Montilla desde Riohacha mientras tanto, se alistó para atacar a Maracaibo.

Los sentimientos: para examinar el carácter de la batalla, es preciso auscultar los sentimientos de quienes la protagonizaron. Padilla, había sido contramaestre a bordo de un buque de guerra español, reclutado en su tránsito hacia Cádiz; por la amenaza que para las coronas españolas y francesas, representaban los isleños de Inglaterra.

“A Padilla no es posible discutirle el hondo y arraigado patriotismo y la sinceridad y empeño que puso siempre al combatir al enemigo”.[15]

Era un hombre ambicioso y rebelde; tenía sed de gloria y los triunfos que había alcanzado en su carrera naval alimentaba a sus amigos “políticos,” la pasión de los celos.

Padilla fue testigo durante la Batalla de Trafalgar, de que la marina aliada, perdió a manos de la escuadra de Nelson: 18 barcos; unos fueron capturados y otros incendiados. El contramaestre no pudo escapar y fue conducido como prisionero a Inglaterra; estos episodios, cincelaron el carácter del precursor de las marinas hermanas de Colombia y Venezuela.

Y es muy posible que el prisionero contara a sus amigos ingleses cómo fue admitido en uno de los barcos de la marina española; sin duda, el futuro almirante, pudo sacar partido de sus buenas relaciones con los ingleses. A Padilla le leyeron innumerables cartas de Nelson y la que más le sorprendió fue aquella que entre otras cosas decía: “…Es un sentimiento malo el de felicitar a uno porque ha muerto otro; pero todos ascendemos por muertes. Yo obtuve mi ascenso por un tiro que mató a un capitán de apostadero, y espero con la mayor sinceridad que me iré del mundo, cuando me vaya, de la misma manera…[16]

Estos sentimientos en los corazones de los primeros héroes de la República de Colombia, forjaron los guerreros dentro del contexto de la decadente monarquía española, las guerras napoleónicas, la pujante monarquía inglesa, la simbiosis de culturas, de las razas y las regiones de donde eran nativos quienes combatieron por la independencia. Se constituyen entonces, los matices de la naturaleza y el carácter de la guerra.[17]

Las conversaciones de paz entre los ingleses y españoles, significaron poco para las pretensiones geopolíticas del reino de España; otros factores estaban en juego a comienzos de los años 1.800 y varios países se disputaban la hegemonía en las tierras del Nuevo Mundo; mientras tanto, una nueva República se gestaba; desde su seno se batían inquietantes contradicciones como las de un volcán en proceso de erupción.[18]

Padilla regresó a América en los albores de 1809 y fue asignado al apostadero de Cartagena de Indias. Es importante incluir parte de la vida personal de Padilla para adentrarnos un poco más en la naturaleza de esta Batalla y entender su desenlace.

Amores malditos: el 12 de febrero de 1809, Padilla contrajo matrimonio con la cartagenera Pabla Pérez Tapia, hija de José de Jesús Pérez y Ercilia de Tapia. Este matrimonio no duró mucho; en opinión de los contemporáneos, por el temperamento fogoso y enamoradizo de Padilla. Padilla sostuvo relaciones con Anita Romero, hija del teniente coronel patriota emigrado de Cuba, Pedro Romero y Porras, con quien vivió a partir de ese momento. Sostuvo una relación con la "Zamba Jarocha" (Juanita Rodríguez), una mulata traída de las Antillas por el general Mariano Montilla; esta hermosa mujer abandonó al general para irse con el marino; hecho que le granjeó la enemistad de Montilla, compañero de batallas, y, según el juicio de algunos historiadores, probablemente tuvo que ver en los sucesos que culminaron con su juicio y la condena del almirante[19].

La marina colombiana a comienzos de 1823:
Cartagena de Indias, sirvió inicialmente como cuartel general de las primeras naves de Padilla, quien como comandante y en asocio de corsarios y expertos marinos del caribe se aprestaba para iniciar su periplo hacia el Lago de Maracaibo. Desde Cartagena, se contrataron buques, y se repararon otros. La República, había logrado concertar recursos en dineros y tropas provenientes de Cartagena, Santa Marta, Honda, Tunja, Pamplona, Socorro, Riohacha, Sabanilla, Valledupar y algunas tropas reclutadas por Soublette enviadas a Riohacha por mar.

El general Mariano Montilla como jefe de operaciones sobre Maracaibo[20], decretó el 15 de enero de 1823 el bloqueo a Maracaibo por la escuadra de operaciones al mando de José Prudencio Padilla, extendiéndose dicho bloqueo desde el Cabo de San Román, hasta el Cabo de Chichivacoa.

La correspondencia entre los generales patriotas y Bogotá, desde los puertos del Caribe hasta Santafé, se transportaba a través del río Magdalena, navegando desde el canal del Dique, hasta Honda, y desde allí, a lomo de caballo hasta Santafé; un mes era el promedio de tiempo que demoraban las cartas que se cruzaban Santander, el general Manuel Manrique, comandante general e intendente del Zulia, comandante del ejército patriota que cerraba el paso a los realistas en la costa oriental del lago; el general Mariano Montilla, comandante general del Departamento del Magdalena y comandante en jefe del Ejército de operaciones contra el Zulia; y el Almirante Padilla, comandante de la Escuadra de Operaciones sobre el Zulia.

El plan patriota de 1822 y 1823…
Después del sitio a Cartagena huye a Haití junto con otros compañeros; allí se unen a Bolívar para el planeamiento y desarrollo de las campañas sobre Venezuela y Nueva Granada. Ya de Capitán de Navío en 1821, fue nombrado Comandante General del Tercer Departamento de Marina. Continuó las operaciones en el mar que culminaron en la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, el 24 de Julio de 1823, a bordo del bergantín "Independiente". Consolidó la independencia del norte de la Gran Colombia, compuesto por Escudo de Veraguas, la Nueva Granada y Venezuela, que propició la Campaña del Sur que culminó en Ayacucho. Finalizada la guerra en el mar, Padilla ocupó su curul de Senador de la República por el departamento del Magdalena, pero debido a enfrentamientos políticos fue apresado el 01 de abril de 1828 en Cartagena y conducido a Bogotá, donde lo sorprendió la Conspiración Septembrina. El Secretario de Guerra, General Rafael Urdaneta, juez y parte de la situación, dictó contra Padilla la sentencia de muerte (horca y confiscación de bienes), y fue ejecutado junto con el Coronel Ramón Nonato Guerra, quien ocupaba la Jefatura del Estado Mayor del Ejército, el 2 de octubre de 1828. La Convención Nacional de 1831, rehabilitó su memoria a nombre del pueblo colombiano, considerándolo por su sacrificio como a un mártir de la democracia.


En su obra “Padilla”, publicada por el historiador bogotano, don José María de Mier, reflexiona sobre las circunstancias que rodeaban a la Nueva Granada en preludio a la batalla naval de Maracaibo; su valiosa información consigna que los recursos que se consiguieron a través de la vicepresidencia, fueron concentrados en Riohacha para abastecer a las tropas que tomarían parte de la campaña por tierra y mar.

La planificación fue coherente con los recursos y la campaña militar, era eminentemente ofensiva. Puede colegirse, que esta fue la primera operación conjunta que desarrollaron los militares colombianos, pues comprendía la ubicación de tropas por tierra y mar, para bloquear y atacar las fuerzas realistas instaladas en Maracaibo.

El plan por mar, incluía bloquear a Maracaibo, restringir las provisiones y las líneas de comunicación a los españoles con destino a Puerto Cabello, era preciso obtener inteligencia y atacar las fuerzas navales enemigas.

Por tierra, las tropas debían atravesar la Guajira desde Riohacha, para salir a Sinamaica y atacar Maracaibo, mientras que desde Cúcuta, se desplazaban tropas de caballería, coordinadas con las fuerzas disponibles en Valledupar, con el fin de proteger la línea límite del Reino, con tropas frescas de Boyacá, Pamplona y Socorro.

Pero el plan inicial de los patriotas varió conforme se iban presentando los movimientos del enemigo; y ciertamente presentó múltiples dificultades para cumplirse. Las distancias, la sobre extensión de las líneas de comunicación, el mal tiempo, largas jornadas a caballo y mula, durante noche y día, las altas temperaturas y las dificultades para transportar los pertrechos y bagajes, eran obstáculos que debían sortearse.

La historia escrita, recrean las fechas que se incluyen en este documento; mientras los granadinos desplazaban sus tropas, Morales invadió la localidad de Coro y se fortaleció en la costa venezolana. En Santa Marta se presentaron revueltas auspiciadas clandestinamente por los españoles, que acogieron un buen número de rebeldes, desafectos a las tropas colombianas.
Para hacer más crítico el escenario, el general Montilla no puedo embarcar en Riohacha todas las tropas en diciembre de 1822, y dejó la mitad de los reclutas que arribaron desde Honda y una buena parte de las tropas llegadas desde Cartagena.

Y si no fueran suficientes las dificultades, en Ciénaga, se produce otra sublevación, que terminó finalmente en la toma de Santa Marta por parte de los realistas el 4 de enero de 1823.

Esta situación imprevista por los generales granadinos, obligó a un cambio de planes: Montilla y Padilla desde Riohacha con tres unidades navales zarparon con tropas suficientes y el 20 de enero vencieron a los realistas, poniendo orden entre los disidentes. Esta maniobra de los patriotas que termina con las escaramuzas en Santa Marta, retardó las operaciones de bloqueo y ocupación en Maracaibo.

Se presentaron otras sublevaciones en el territorio venezolano a favor de los españoles en Apure, Cumaná, Santa Cruz, Guanaguana y en comunidades indígenas, negros y mulatos, combatían contra blancos. La estrategia realista funcionó en parte y logró atomizar y desgastar a las tropas granadinas.

Acciones previas a la Batalla naval. 
El teatro de operaciones se dividió en el norte y sur de Colombia, los patriotas seguían combatiendo contra los españoles y en medio de la precaria situación económica de la naciente República, existía preocupación en el Ejecutivo, pues se temía sobre la capacidad para contrarrestar al enemigo en el sur del país, en caso de que las operaciones en el Lago de Maracaibo fueran desfavorables. La preocupación era compartida por Bolívar y Santander[21].

Finalizando abril, Padilla ordenó el zarpe de Beluche desde los Taques, localidad que bordea el Lago, con el objetivo de solicitar de Soublette que Venezuela aportara más ayuda para sus unidades navales y tropas embarcadas. Bolívar desde Guayaquil dice entonces a Santander: “daremos tiempo a los acontecimientos políticos: al norte para desembarazarse de Morales y a usted para que me mande reclutas de climas calientes, porque los de estos países se mueren todos, sin excepción de uno.”[22]

Una semana de operaciones navales:
La historia naval registra que el Capitán Ángel Laborde, al mando de la escuadra española forzó una batalla entre sus fuerzas y las patriotas que navegaban buscando provisiones al mando del capitán Renato Beluche. Esta acción naval se desarrolló frente a las costas de Puerto Cabello y dejó como resultado la pérdida de dos embarcaciones republicanas. Los españoles aprovecharon la ventaja; abastecieron Puerto Cabello y el general Páez se vio obligado a levantar de nuevo el sitio que tenía en esa localidad.

Sin embargo, Beluche navegó hacia los Taques, en donde informó a Padilla lo acontecido y le entregó hombres y dinero remitidos por Soublette, incorporando además tres de sus buques, a la escuadra de Padilla el 3 de mayo.

Ese mismo día, Padilla convocó una junta de guerra ante la situación creada por Laborde y se decide forzar la Barra, para ingresar al Tablazo[23], y terminar dominando dominar al Lago.

¿Quienes hicieron la hazaña de forzar la Barra de Maracaibo?
Costeños, provenientes de Cartagena, Santa Marta y Riohacha; varios granadinos voluntarios y reclutados en Honda, Valledupar; isleños de la actual Providencia y un centenar de ingleses, franceses, estadounidenses, y antillanos. (Geopolítica pura).

Los comandantes, sus marinos, infantes de marina y soldados embarcados de la división del general Manrique, tenían la responsabilidad de forzar la Barra: la fuerza disponible de la escuadra patriota la integraban 929 hombres, diez y ocho embarcaciones entre bergantines, goletas, flecheras, lanchas y botes.[24]

El forzamiento de la Barra de Maracaibo
Batalla del Lago de Maracaibo:

Librada el 24 de julio de 1823 resultó una acción decisiva en las campañas navales de la Independencia. En dicha batalla se enfrentó la escuadra republicana dirigida por el Almirante José Prudencio Padilla, Comandante del Tercer Departamento de Marina y de las operaciones sobre el Zulia y la realista mandada por el Capitán de Navío Ángel Laborde y Navarro, Comandante del Apostadero de Puerto Cabello y Segundo Jefe de la Armada Española sobre Costa Firme.

Se considera forzamiento, porque se creía imposible, invulnerable para la ocupación militar de los castillos de San Carlos y Zapara. El obstáculo natural, similar al que conocemos de nuestro archipiélago de San Andrés; se reflejaba lo llano del lecho submarino, representados por bajos, escollos pocos pasos y accesos posibles de surcar, los cuales eran defendidos por las bocas de los cañones apostados en los fuertes españoles.

Los lechos de poco fondo existentes entre la Barra y el Tablazo, causaban encallamiento a los buques y daños irreparables a las quillas. Las tropas españolas dentro de ese teatro de operaciones navales, dominaban los fuertes; surta la guerra su escuadra dentro del Lago; unidades navales sobre la costa del golfo de Venezuela, con la misión de adquirir recursos de los ribereños del Lago y de los habitantes de Maracaibo.

Atacar bajo tales circunstancias desfavorables para los marinos de Padilla, era temerario; una cita con la muerte pretender entrar por el Lago a través del mar.

Pequeñas batallas que preceden la Batalla final:
El día 7 de mayo, en una atrevida y riesgosa maniobra durante la noche, la escuadra de Padilla fondeó frente al castillo de San Carlos, a pesar de la amenaza y la vulnerabilidad que representaban los cañones de ese fuerte y dispuso aliviar los pesos de sus naves para disminuir los calados de modo que pudieran entrar por La Barra, ordenando formación en línea.

Al amanecer, la escuadra patriota se hace a la vela y con admirable valor, toma rumbo hacia los cañones de San Carlos arriesgando la estabilidad de su escuadra. Los españoles respondieron con fuego inmisericorde; dispararon 328 cañonazos sobre la flota republicana, perdiendo tan solo una de sus embarcaciones y dos tripulantes. En medio de ese ambiente ingresan a la Laguna toda la flota y se reúnen en la bahía del Tablazo, para virar luego hacia Punta de Palma.

Esta maniobra naval, produjo un importante golpe al centro de gravedad de las fuerzas navales del rey: el control naval de las aguas del Lago.
Rota esa hegemonía, se logró el control de las líneas de abastecimientos de la escuadra española y se cerraron los apoyos españoles por mar.

Los españoles no habían podido salir del asombro al ver sobre sus narices, los buques de guerra colombianos cruzando el Lago. El 20 de mayo los españoles poseían once buques mayores y catorce de fuerzas sutiles[25], los cuales arremetieron contra la nave de Padilla, quien navegaba cerca del Tablazo.

La serenidad de Padilla y el valor de sus oficiales, marinería y tropas de desembarco, ofrecen batalla hasta que los españoles se retiran con más de quince muertos y una veintena de heridos; una embarcación con tripulación de presa. Los patriotas presentaron tres muertos y tres heridos.

El 25 de mayo, Padilla, ataca con sus fuerzas sutiles, apoyadas por tres goletas y obtiene el hundimiento de una nave española, recuperando su armamento y el retorno de veinte prisioneros que habían logrado los españoles.

Cuando Morales tuvo noticias del movimiento del ejército republicano, planeó un contra-ataque, saliendo con su tropa de Maracaibo, donde dejó un pequeño contingente[26]. Esta salida de las tropas de Morales, es aprovechada por Padilla, quien poseía información de inteligencia de los movimientos en tierra, producto de fuentes de información que suministraban datos de valor potencial, dentro de las tripulaciones que capturaban los patriotas en el Lago.

Padilla decidió incursionar sobre Maracaibo con la pequeña división embarcada de las tropas del general Manrique y tomó al puerto el 16 de junio, con doscientos infantes de marina que fueron pasando desde los buques a los fuertes de la ciudad para luego recorrerla calle por calle; incautó todos los cañones de los españoles en Maracaibo y los llevó a bordo de sus naves, junto con la imprenta del ejército español, con la cual las tropas realistas desarrollaban acción sicológica dentro de la población.
Los marinos de Padilla y del general Manrique, incautaron armamento, municiones, vestuario y cien reses; restituyen la libertad a un pequeño grupo de señoras, siendo la principal de ellas doña María Alejandrina Faría de Urdaneta, madre del general Rafael Urdaneta[27].

El general Morales, retornó con tropas frescas a Maracaibo y recuperó la ciudad. En los combates, los colombianos perdieron a cuarenta de sus hombres y sus hospitales en tierra reciben ciento treinta heridos.

Los hombres de la escuadra patriota en este lapso sobre el Lago, habían logrado construir dos nuevas naves, e incautado otras tantas, por lo que decide atacar la noche del 28 de junio hacia el Moján. En esta rápida acción los republicanos logran apresar dos embarcaciones menores españolas, pero, lo más importante: parte del archivo militar español, que Padilla envió al general Manrique. Después de dos horas y media de combates, Padilla se retira con saldo de diez muertos y once heridos, los realistas sufrieron cien bajas entre muertos y heridos una embarcación echada a pique, así como dos piraguas armadas incendiadas.

Con estas acciones navales, la tripulación de Padilla, va conociendo la táctica naval española, aplicada por sus mandos, así como los efectivos de cada nave del rey.

Padilla, define su estrategia.
En el mar, el capitán de navío don Ángel Laborde, envió mensaje intimidatorio a Padilla, pidiendo su rendición. Era costumbre el protocolo y el respeto; y en los términos que le dictaba el honor a Padilla le respondió a Laborde. El 21 de julio, el almirante lanzó su proclama de guerra, exhortando a sus hombres buque por buque a luchar con bravura por la patria.

Los españoles, formaron entonces en el Tablazo sus efectivos, esperando vientos favorables, y los patriotas se acercaron a Punta de Palma con el propósito de mantenerlos sobre barlovento[28] en caso de ataque.

El diario de Padilla, consignó que a las seis y cuarto de la mañana del 23 de julio, iniciaron los preparativos para el ataque, y los españoles iniciaron movimientos que buscaban enfrentamientos unas horas después; Laborde rehúyo el ataque y decidió fondear entre Maracaibo y la localidad de Capitán-Chico, mientras Padilla ubica en buena posición a sus fuerzas sutiles.

El 24 de julio al amanecer, Padilla a bordo del buque insignia[29] el “Independiente” hizo algunos cambios en los comandos de los buques mayores y en el orden que ocuparían la línea de batalla; personalmente estuvo a bordo de cada uno de los buques, corbetas, bergantines, bergantín-goleta, bongo, bote, con el objeto de animar a sus tripulaciones.

Las condiciones eran favorables y las escuadras dan al viento su velamen; forman en línea de batalla. Padilla da orden de abordar, luego que sus naves rompieran las líneas enemigas en prefecta formación envolvente, que abarloa las naves colombianas a las del rey. Laborde disparó todas sus baterías, fusilería y cañones, y Padilla paciente esperó el momento oportuno para descargar toda su artillería y abordar con furia, para combatir cuerpo a cuerpo en una ensangrentada escena.

Cada buque patriota, tenía asignado atacar a determinada nave española y la maniobra se desarrolló con exactitud; conocían en detalle la tripulación y la organización de cada nave enemiga. Los marinos españoles se lanzan al mar, en medio del desespero y tratan de hacerse a la vela. Las naves de mayor envergadura de la escuadra de Padilla, con el apoyo de las fuerzas sutiles[30] destrozaron buena parte de la escuadra española, con fuego nutrido de sus cañones.

La campaña de Maracaibo, duró 242 días y culminó con la batalla naval dentro del lago, contrario a lo que Laborde pretendía, pues quería ofrecer la batalla en altamar, donde se sentía más seguro para maniobrar con su flota.

La batalla dejó en las huestes colombianas cuarenta y cuatro hombres muertos, ciento diez y nueve heridos. En los españoles más de una docena de naves destruidas, ochocientas bajas entre muertos y heridos, cuatrocientos prisioneros (69 oficiales).

Esta batalla resiste en el análisis que Padilla empleó en Maracaibo la táctica aprendida al enfrentar a Horacio Nelson en Trafalgar, durante el 21 de octubre de 1805. Era la táctica conocida como el “toque de Nelson.” Padilla aprendió de Nelson, que cuando se enfrentara con las columnas españolas debía envolverlas con exactitud. Cada barco inglés, llegaba al sitio que se le destinaba con admirable precisión, en medio de escenas impresionantes de abordaje, y Nelson subía personalmente trepando a mano limpia con su espada por las cadenas de las anclas, para saltar a cubierta, ebrio de coraje.
Terminada la jornada, Padilla ordenó que la escuadra diese fondo allí donde había combatido. Poco después se dirigió a los puertos de Altagracia a reparar las averías de sus naves. Por su parte, el comandante Ángel Laborde pasó al castillo, ganó luego la barra, tocó en Puerto Cabello y con el archivo del apostadero se dirigió a Cuba. Las pérdidas de los republicanos fueron de 8 oficiales y 36 individuos de tripulación y tropa muertos, 14 de los primeros y 150 de los segundos heridos y un oficial contuso, mientras que la de los realistas resultaron mayores, sin contar los 69 oficiales y 368 soldados y marineros que quedaron prisioneros. El valor, el arrojo y las acertadas providencias del Almirante Padilla en aquel día fueron admirables, hoy le dan lugar distinguido en las brillantes páginas de la historia que tratan sobre la guerra de nuestra independencia. En homenaje a esta importante gesta libertadora, se celebra el 24 de julio el día de la Armada Colombiana.

Los planes de Padilla aprendidos de Nelson, consistían en colocar sus barcos al costado de uno enemigo, penol contra penol, hasta abordarlos luchando hasta morir; a sus barcos en el Lago esparció sobre las cubiertas arena del mar, para que la sangre derramada por los combatientes, no hiciera resbalar a quienes blandían la espada.

Consecuencias de la Batalla…
La victoria naval del Lago de Maracaibo el 24 de julio, tuvo enorme resonancia dentro y fuera de Colombia. No era para menos. Con estos hechos se daba terminación definitiva al dominio español en el territorio de Venezuela y se afianzaba en forma concluyente la independencia política. Entre Carabobo y Maracaibo se libraron en el territorio venezolano más de 54 combates. Con el triunfo de Padilla en Maracaibo, se daba el golpe de gracia al nudo vital del dominio español en el norte de la América meridional.

El general Santander escribió a Bolívar 25 de agosto de 1.823: "Tengo la satisfacción de comunicar a Vuestra excelencia que la campaña del Zulia ha terminado felizmente, habiendo sido devuelto Maracaibo con sus fuertes al seno de la República. La escuadra a las órdenes del General Padilla ha abatido el orgullo español en diferentes combates y ha arrancado al General en Jefe del ejército la capitulación… Ofrezco ahora sí a Vuestra excelencia la más eficaz colaboración, para que pueda obtener el título de Libertador del Perú y ser el ángel de la paz y la unión en la América del Sur".

La dicotomía histórica, fruto de las desavenencias humanas que siempre pueden sortearse,  no tuvo en cuenta que el mismo día que el Libertador Simón Bolívar cumplía cuarenta años, el gran almirante José Padilla, le entregaba al Libertador, una enorme victoria militar, que le permitía continuar su admirable campaña hacia el sur del continente. 

Bolívar, entusiasmado, lo llamó "el Nelson" colombiano. En 1825 fue elegido miembro del Colegio Electoral de la provincia de Cartagena, que se reunió el 2 de octubre, y en tal calidad asistió a las votaciones. El 3 de octubre del año siguiente llegó Padilla a Bogotá, a ocupar su curul en el Senado, elegido por el departamento del Magdalena. En aquella época renunció a la pensión de tres mil pesos que le otorgó el gobierno colombiano como compensa a sus servicios en la campaña del Zulia y en la batalla naval e Maracaibo.

Desavenencias:
Consolidada la recuperación de Maracaibo, el general Manrique solicitó el retorno de dos embarcaciones apresadas por Padilla. Padilla aceptó devolverlas pero sin excluirlas del derecho de presa y explica que en ese mismo caso están otras embarcaciones pues a ellas tiene derecho en virtud de la capitulación española[31].

Manrique, de acuerdo con los archivos de la Armada Nacional de Colombia, envió un oficio el 27 de agosto a Padilla, en el cual desconocía los méritos de la marina en la liberación de Maracaibo y Padilla replicó enérgicamente esgrimiendo argumentos sobre la actuación brillante de su escuadra; algunas de las frases que valen la pena leer, escritas por Padilla a Manrique son: “una vez fuera de todo riesgo todo se olvida, todo se disfraza, y el único estudio que se hace es el de ver cómo se pueden marchitar los laureles conseguidos por la escuadra a fuerza de trabajos y privaciones y de una constancia sin igual”, en el mismo documento expresa: “dejemos aparte los celos y confesemos sin rubor que la escuadra ha sido el áncora de la República[32]”. Manrique insiste en adjudicarse las glorias de Maracaibo y devuelve los oficios de Padilla.

Estas desavenencias, que se habían iniciado con Mariano Montilla en Cartagena, cuando solicitó la destitución del riohachero como comandante de escuadra; pero el gobierno de Santander en ese entonces confirmó a Padilla en el mando de la escuadra, situación que desde entonces generaron celos en Montilla, celos, calumnias e intrigas, conforman la triste amalgama que allegaron a los argumentos para condenar a Padilla.

Tanto Manrique como Montilla, compañeros de batalla, llevarían con acusaciones falsas al patíbulo al vencedor de Maracaibo, originando una afrenta para la patria. Finalmente un hijo de Maracaibo, el general Rafael Urdaneta, fue quien juzgó a Padilla y firmó su sentencia.

Conclusiones:
El epílogo de esta batalla, deja entre otras conclusiones que la batalla naval del Lago de Maracaibo, fue la que a través de una estrategia de aproximación directa al centro de gravedad de las fuerzas españolas, cerró definitivamente las puertas al imperio español; los realistas abandonaron suelo colombiano, y derrotados marcharon hacia Cuba.

Y es que se demostró que una batalla decisiva como la presentada por la marina colombiana a las fuerzas navales del rey, requería el apoyo coordinado de tropas en tierra, a pesar de las dificultades de diversa índole que impidieron los apoyos oportunos y la coordinación de la maniobra de ambos ejércitos.

El carácter y la personalidad que líderes como el almirante José Padilla y sus comandantes imprimieron en los combates contra los españoles, forjaron los intereses nacionales de una República naciente.

Los españoles fueron destruidos en su centro de gravedad: el control del mar en las costas venezolanas y la posesión del Lago de Maracaibo. Al perder el control del mar, sus líneas de abastecimientos fueron cerradas y se generó un colapso en sus fuerzas de tierra y mar, finalizando con la derrota militar.

Esta batalla naval, es la más importante gesta que haya protagonizado colombiano alguno en el mar. La organización de las marinas de guerra incluida las infanterías de marina de Colombia y Venezuela, tuvieron su nacimiento en esta batalla naval.
Pero también permite incluir la naturaleza de esta guerra por la independencia, que las batallas cuya victoria no es consolidada, generan traumas y mayores riesgos para la estabilidad de una nación. Fue el caso de la presentada en Carabobo, que dejó como resultado la prolongación en la  guerra de los colombianos y venezolanos contra los españoles; aceleró la penuria económica de la Nueva Granada, agravada por la necesidad de sostener una guerra que se creía terminada, así como el cambio del escenario terrestre al marítimo, nuevos recursos, nuevas estrategias, nuevas tácticas.

La campaña naval de Maracaibo, dejó en claro desavenencias y conflictos entre generales del ejército de tierra y el almirante a cargo de las fuerzas navales. El carácter y personalidad de estos líderes, concluyó finalmente en la injusta inmolación del máximo héroe naval de Colombia, y el ejemplo para que las nuevas generaciones, mantengan las mejores relaciones posibles entre sus compañeros de armas, hoy, cuando se encuentra en vigencia la conducción de operaciones conjuntas, en distintos ambientes y escenarios, para la preservación de la paz y concordia de los colombianos.

En términos estratégicos la batalla del Lago de Maracaibo fue decisiva tanto en el plano general del papel jugado en el dominio del Caribe (suministros desde Cuba para los españoles, conexión Venezuela-Santafé), como en el plano de la guerra en la propia Venezuela. Se aseguraron con muchas dificultades las líneas de comunicación y suministros por tierra y mar, entre Nueva Granada y Venezuela, al tiempo que se entorpecían las españolas. Se conjuró la posibilidad de una contra revolución realista con centro de operaciones en Maracaibo y el núcleo de la resistencia española se desplazó a Puerto Cabello, donde se concentró la mayor capacidad logística y militar del ejército español.

Si bien la plaza permitía resistir, se perdió la influencia política sobre la población venezolana (años atrás muy afecta a los realistas, en algunos segmentos poblacionales), y la ventaja fue, de los sitiadores que pudieron actuar sin temer apoyo externo pronto a los sitiados.

Asegurada la costa venezolana, no quedaba posibilidad de resistencia para la última posesión realista. En ese sentido, la importancia estratégica de la batalla no ha sido suficientemente destacada. La réplica lógica de Maracaibo se dió el 10 de noviembre siguiente con la caída de Puerto Cabello, tomada por Páez.

Si Maracaibo hubiera permanecido en manos españolas, seguramente la guerra se hubiera prolongado en Venezuela y eso también habría influido sobre la capacidad granadina de apoyar la guerra del sur.

Ne es exagerado, según el analista y catedrático doctor Armando Borrero, pensar que la partida de Sucre con sus tropas hacia el Perú se hubiera retrasado; (los recursos eran siempre escasos) y la fase final de la guerra se habría dado en circunstancias muy distintas. El encadenamiento de acontecimientos no es posible prever, pero difícilmente hubiera sido como sucedió finalmente. Finalmente, las consecuencias políticas y estratégicas de esta batalla naval, fortalecieron la formación de Colombia, de sus instituciones y gobierno principalmente.

Dentro de la campaña naval de Maracaibo, se presentaron desavenencias y conflictos entre los generales del ejército de tierra y el almirante a cargo de las fuerzas navales. El carácter, el temperamento y la personalidad de estos líderes, las fricciones por mantener el mando y control, formaron ingredientes que incidieron finalmente en la injusta inmolación del máximo héroe naval de Colombia, lo que constituye una lección que debe ser aprendida dentro de las nuevas generaciones. Cualquier desavenencia, ocurrida ya en esta batalla, enseña, que las de hoy día, bien pudieran amenazar la estabilidad y simbiosis que desde temprana edad caracteriza a estos dos países hermanos, que construyeron su historia desde los mismos cuarteles y desde las mismas naves en el mar.

Bibliografía:
  • Eljuri-Yunes S. Antonio, contralmirante de la República de Venezuela, La Batalla Naval de Maracaibo, segunda edición corregida. Edición de la comisión del Ministerio de la Defensa para el sesquicentenario de la Batalla Naval de Maracaibo, año de 1973.
  • Bloqueo, rendición y ocupación de Maracaibo por la Armada colombiana al mando del Almirante D. José Padilla, (documento para su historia), segunda edición, julio 24 de 1823, del Centro de Estudios Históricos y Estratégicos de la Armada Nacional, por Enrique Ortega Ricaurte, Jefe del Archivo Nacional de Colombia.
  • Revista de la Armada Nacional de Colombia, año XXVII, Bogotá, D.E. diciembre de 1973.
  • BURGOS OJEDA, ROBERTO. "José Padilla: Primer Almirante de Colombia".
  • Boletín Historial, Academia de Historia de Cartagena de Indias, año 54, N°- 145 (enero 1969), pp. 57-63.
  • DE MIER, JOSÉ. Padilla. Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1978. DELGADO NIETO, CARLOS. Cita: Padilla por D. Mier.
  • José Padilla. Estampa de un Almirante. Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1973. LÓPEZ, VÍCTOR MANUEL.
  • Padilla, Almirante de Colombia. Manizales, Editorial Renacimiento, 1960. OTERO D'COSTA, ENRIQUE.
  • Vida del Almirante José Padilla (1778-1828). 2á ed. Bogotá, Imprenta de las Fuerzas Militares, 1973. TORRES ALMEYDA, JESÚS C.
  • El Almirante José Padilla. Epopeya y martirio: Bogotá, Imprenta de las Fuerzas Militares, 1990. URIBE WHITE, ENRIQUE.
  • Padilla. Bogotá, Imprenta de las Fuerzas Militares, 1973.
  • Biografía del Almirante José Prudencia Padilla, enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, tomo de biografías.
  • Venezuela en el tiempo, cronología desde la conquista hasta la fundación de la República, por Manuel Guevara Baro, El Nacional.
  • Congreso de Cúcuta, 1821. Libro de Actas, Bogotá, Talleres Gráficos del Banco de la República. 1971.  Cita: Congreso de Cúcuta. 
  • Obras completas de Simón Bolívar. Tres tomos. La Habana, Editorial Lex, 1950. Cita: Cartas de Bolívar.

Trabajo académico presentado por el Mayor de Infantería de Marina, Rafael Alfredo Colón Torres, alumno del Curso de Estado Mayor de la Escuela Superior de Guerra, el 15 junio de 1998...





[1] Por algo José Nucete Sardi de la Academia Venezolana de Historia en el prólogo a la primera edición del libro del Contralmirante Eljuri Yúnez: "Y así se rubricó la Independencia", la bautiza: La Batalla Final. Y Horacio Rodríguez Plata en el prólogo a Vida del Almirante José Padilla de Enrique Otero D’acosta expresa: "La Batalla de Maracaibo fue para la seguridad de la República como la de Nelson en Trafalgar para la seguridad de Inglaterra". 
[2] DE MIER, José Padilla. Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1978.
[3] Eljuri-Yunes S. Antonio, contralmirante de la República de Venezuela, La Batalla Naval de Maracaibo, segunda edición corregida. Edición de la comisión del Ministerio de la Defensa para el sesquicentenario de la Batalla Naval de Maracaibo, año de 1973.
[4] Venezuela en el tiempo, cronología desde la conquista hasta la fundación de la República, por Manuel Guevara Baro, El Nacional. La expedición de Miranda, página 41.
[5] Ver “1818 Guerra de la Independencia” por F.J. Vergara y Velasco. Biblioteca Eduardo Santos XXIII.     Bogotá, Editorial Kelly.
[6]Fernando VII de Borbón (San Lorenzo de El Escorial, 14 de octubre de 1784 - Madrid, 29 de septiembre de 1833) Durante su reinado se consumó la desaparición del imperio español. En un proceso paralelo al de la Península tras la invasión francesa, la mayor parte de los territorios americanos (con la excepción de Cuba y Puerto Rico) declararon su independencia y comenzaron un tortuoso camino hacia repúblicas liberales (Santo Domingo fue ocupada por Haití). Sólo estas islas caribeñas, junto con Filipinas, las Marianas, las Carolinas y las Palaos, en el Pacífico, permanecían bajo el dominio de España.
[7] Congreso de Cúcuta, 1821. Libro de Actas, Bogotá, Talleres Gráficos del Banco de la República, 1971.
[8] Cartas y Mensajes del General Santander. Compiló Roberto Cortázar. Diez tomos. Bogotá, Editorial Librería Voluntad, 1953 a 1956. Cita: Cartas de Santander – Tomo cuarto, página 40.
[9] Cartas de Bolívar – Tomo primero, página 648.
[10] Cartas de Santander a Bolívar, tomo cuarto, página 40.
[11] Padilla, por D. Mier.
[12] Archivo Diplomático y consular de Colombia. Ministerio de Relaciones Exteriores. Bogotá. Acuerdos del Consejo, página 78.
[13] Padilla, por D. Mier.
[14] El general Rafael Urdaneta, sentenció a muerte al Almirante Padilla. Apartes de “La conspiración del 25 de septiembre de 1828” tomado de José María Cordovez Moure, Reminiscencias de Santafé y Bogotá (paginas 723 a 742), Madrid, Aguilar, 1957.
[15] Marriaga Rafael, Los primeros años del Almirante Padilla, Revista de la Armada Bogotá, D.E. Colombia, diciembre de 1973.
[16] Padilla prisionero en Inglaterra, por Marriga Rafael, Cartas del Almirante Nelson, Revista de la Armada de Colombia, Año XXVII, Bogotá, D.E. Colombia, diciembre de 1973.
[17] El ensayo de Michael Howard “Las Causas de la Guerra”, suministra razones fundamentales del porqué las naciones recurren al conflicto armado. Cómo los Estados aplican el poder militar para alcanzar los fines de la política, convirtiéndose en parte esencial de la estrategia militar general.
[18] Así como lo aclaran Williamson Murria y Mark Grimsley, en su ensayo “Introducción a la Estrategia”, muchos factores entran en juego que afectan cómo el instrumento militar puede ser aplicado – y si su aplicación será exitosa. Colin Gray examina cómo uno de tales factores, “la cultura estratégica”, ha influido en los procesos de toma de decisiones a través de todos los tiempos. 
[19] Padilla: Sus amores malditos, Aspectos Humanos en la vida de un héroe, por el Contralmirante (r) Oscar Herrera Rebolledo.
[20] Padilla, por D. Mier.
[21] Cartas de Bolívar, Cartas de Santander.
[22] Cartas de Bolívar a Santander. Tomo primero, página 738.
[23]El golfo de Venezuela conocido también como de Coquivacoa (por los indígenas), es el más al sur de un grupo de tres bahías, situadas al occidente de Venezuela en dirección norte – sur, le siguen la Bahía El Tablazo, para ingresar a esta porción estrecha de agua y de bajos fondos, debe hacerse a través del accidente marino conocido como La Barra, ubicado frente al fuerte de San Carlos y Bajo Seco; la navegación era peligrosa y tortuosa, por la presencia de bancos de arenas y rocas de muy poca profundidad.
[24] Padilla, por De’Mier, documento Número 13
[25] Unidades navales livianas y flexibles, con buena capacidad de maniobra, que en el Lago de Maracaibo avanzaban en primera línea para distraer y atacar de manera sorpresiva.
[26] Historia, por Restrepo, tomo cuarto, página 46.
[27] El general Urdaneta, con el correr de los años, no tuvo en cuenta la gratitud del Almirante, quien liberó a su madre. Enceguecido por el odio y el servilismo, en una inicua sentencia, ordenó el ajusticiamiento del Almirante Padilla, por un delito que no cometió.
[28] Lugar desde donde sopla el viento.
[29] En un conjunto de naves, aquella desde la cual ejerce el mando el comandante de todas ellas.
[30] Las fuerzas sutiles de Padilla, significaban las unidades menores que aunque con cañones de menor calibre y menor tripulación, eran las más versátiles discretas y preparadas, rompieron el equilibrio entre las dos marinas. La conformaban Flecheras, Faluchos, Guairos, Piraguas, algunas a vela y otras a remo. 
[31] El Almirante Padilla. Acción granadina en la batalla de Maracaibo, Por José M. de Mier. Bogotá, talleres gráficos Banco Popular. 1973.
[32] Bloqueo, rendición y ocupación de Maracaibo por la Armada colombiana al mando del Almirante D. José Padilla, (documento para su historia), segunda edición, julio 24 de 1823, del Centro de Estudios Históricos y Estratégicos de la Armada Nacional, por Enrique Ortega Ricaurte, Jefe del Archivo Nacional de Colombia.


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