Comienzo por concentrar la atención en dos factores
que pueden originar la tormenta perfecta en Colombia: 1.- la
persistencia del débil control institucional en los territorios de la periferia,
allí donde por falta de autoridad y eficiencia del Estado, se concentra la
disputa por las rentas ilegales, y 2.- el narcotráfico como el espiral que sumerge
las redes criminales, al crimen organizado y la corrupción, en un agujero negro
que distrae la atención del Estado; mejor: es la excusa perfecta para atrasar el
desarrollo integral del país.
Adelante explicaré las nuevas dinámicas de los
territorios en conflicto luego del acuerdo con las Farc, y la persistencia del
narcotráfico, como un fenómeno peligroso que no hemos podido dominar.
Cuando un gobierno carece
de estrategia, sus mejores planes fracasan y cuando sus instituciones son
débiles, la anarquía las conduce a su disolución; por eso, la
eficiencia institucional, será siempre el mejor camino para matizar
rivalidades, para armonizar el trabajo en equipo y para responder a las
frustraciones de millones de colombianos habitantes del país rural.
Colombia pareciera entrar en una
nueva fase de confrontación armada, porque han quedado en evidencia nuevas
formas de disputa por territorios que siguen lejos del alcance de las políticas
públicas y de las reformas que transformarían los campos colombianos para el
bienestar de sus habitantes.
Hay dos cosas que quedan en la
retina de los colombianos luego del acuerdo con las Farc: que la corrupción
estaba tapada bajo las noticias del conflicto con las guerrillas y que ha
comenzado una nuevo conflicto armado en regiones históricamente abandonadas,
como son el Catatumbo, Tumaco, Chocó, el eje Meta, Guaviare, Guainía, Vichada,
y el eje Valle del Cauca-Cauca (Ver mapa FIP).
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Foto tomada por ciudadano en medio del Bloqueo sector Pescador, Mondomo, Cauca
jueves 26 de octubre de 2017
Nótese un hombre de civil: armado...!
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Sobre estas regiones, el gobierno
se demoró más de la cuenta en reaccionar. Mientras se acordaba en La Habana los
puntos de la agenda, al interior de algunas instituciones pensaban en futuro y
no en presente, sobre el cómo llevar a la operación todo lo que se iba
acordando y cómo sortear una gran verdad: la testaruda y pesada articulación
interinstitucional, que adormece la iniciativa estratégica del Estado
colombiano.
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El ejecutivo, falto de unidad de mando y de cohesión estratégica, debería haber desarrollado en simultáneo las tareas de alistamiento para atender las nuevas realidades territoriales.
El gobierno no se alistó lo
suficiente. Paros, manifestaciones, bloqueos de vías, retención de
miembros de la Fuerza Pública por parte de organizaciones sociales e indígenas,
es la respuesta a la improvisación, la desarticulación institucional, y, a una
administración sin fondos.
Ahora, pese a que el gobierno
nacional ha establecido mecanismos y agencias para implementar los acuerdos,
los programas no cuentan con dinero; esperan la nobleza de la cooperación
internacional, porque no hay dineros suficientes del fisco nacional para el pos
acuerdo con las Farc. Lo que hay, alcanza para apagar incendios; además, las
entidades encargadas de ejecutar, deben participar en una maratón con una pista
llena de obstáculos, instalada sobre un escenario de laberintos fiscales y
administrativos.
El caso Tumaco, deja
en evidencia dos cosas: por un lado la histórica ineficiencia institucional
para gobernar un territorio históricamente en conflicto, y por otro lado, que
existe una guerra a muerte por la disputa de las economías ilegales. Ese
panorama exige un timonazo hacia sotavento, hacia la dirección correcta, hacia
donde indica el sentido común.
Una nueva hoja de ruta debe
integrar definitivamente todas las capacidades institucionales, para enfrentar
las amenazas y los riesgos que generan las nuevas expresiones de violencia, los
reacomodos y alianzas del crimen organizado, especialmente sobre las zonas
donde se observan más tensiones que soluciones de fondo.
En Tumaco, el gobierno trabaja a marchas forzadas para solucionar los problemas generados por los cultivos ilícitos, que parecieran el actual centro de gravedad de su política territorial.
(Recomendado:https://rafaelcolontorres.blogspot.com.co/2017/10/el-centro-de-gravedad-cdg-vs-las.html)
Terminar el conflicto armado con
las Farc, ha dejado en evidencia las nuevas tensiones que generan las disputas
por las rentas ilegales y la protesta social, que podría poner contra la pared al gobierno colombiano.
A propósito de las nuevas
dinámicas territoriales, la Fundación Ideas para La Paz, (FIP), ha elaborado
este mapa en un estudio recientemente publicado en su portal:
El mapa permite apreciar siete
regiones del país, donde persiste la disputa por los territorios de parte de
actores armados ilegales; sobre amplias regiones del Chocó, Tumaco, Cauca, el
Bajo Cauca, Buenaventura, el Eje Llanos Orientales-Orinoquia y el Catatumbo, se
observan los siguientes rasgos, enunciados por la FIP, y explicados en este
blog:
1. Continuidad y reacomodo
de otros grupos guerrilleros...; allí el gobierno reaccionó
tardíamente para ocupar y controlar los espacios dejados por las Farc desarmadas. Pese
a la asimétrica forma de operar de los grupos armados ilegales interesados en
el narcotráfico, el ministerio de defensa, no fue lo suficientemente amplio en
sus planes de contención, para rechazar elementos armados que continuarían o se
reacomodarían en los territorios con rentas ilícitas.
2. Persistencia del crimen
organizado a nivel rural y urbano, ya sea porque no habrá mayores cambios o
porque desde ya se vislumbra la posibilidad de reacomodos y disputas con otros
grupos similares o guerrilleros...; sobre los municipios de la
ruralidad nacional afectados por el conflicto con las Farc, el gobierno demoró poner en marcha los nuevos
programas, para fortalecer las capacidades locales de desarrollo rural y de
justicia; también se demoró en reestructurar los nuevos programas encargados de la lucha
contra el narcotráfico; hubo improvisación, y las instituciones sectoriales no
hicieron un buen cálculo político, ni estratégico.
3. Surgimiento de nuevas
estructuras armadas promovidas por desertores y disidencias de las FARC, que
continuarán de manera independiente o forjarán alianzas, disputas o coexistirán
con otros grupos. Allí hubo tardía respuesta institucional y por
tanto, débil atención a los nuevos problemas de seguridad que producen los
nuevos actores armados y los grupos criminales que aspiraban a quedarse con los
corredores de movilidad de los territorios susceptibles a las economías
ilegales.
4. Permanencia y
exacerbación de otras violencias como agresiones a líderes sociales. Las
muertes violentas de líderes sociales ponen en duda la capacidad de los
organismos de seguridad para proteger la vida de cientos de líderes sociales,
líderes de organizaciones afines al grupo político de las Farc. La Defensoría
del Pueblo, ha consolidado entre el 1 de enero de 2016 y el 5 de julio de 2017:
(186 homicidios y este año la cifra sigue en aumento).
Si el gobierno nacional, no
encuentra el mejor rumbo, que lleve al mejor puerto, las demandas de las
comunidades, podremos ingresar a las tormentas
perfectas que aumentan las divisiones, promueven las
confrontaciones políticas, atrasan los mejores planes y destruyen
cualquier estrategia.
¿Qué ha pasado? contrario
a la lógica de sincerarse con las comunidades y con el país, nuestro gobierno
ha permitido que sus programas arranquen a cumplir metas para mostrar
resultados, pero sin capacidad de respuestas integrales, desnudando flaqueza
estratégica y esas contradicciones, profundizan la desconfianza que se
trasforma en frustración en amplios sectores de la sociedad.
El mayor riesgo por la falta de
integralidad de las estrategias y políticas públicas, es que se dispersan los
recursos de los planes de largo aliento, al ser distribuidos en planes de
choque para abarcar varios frentes al mismo tiempo; por eso, el esfuerzo
principal se diluye en varios frentes secundarios.
Se está formando la tormenta perfecta.
Si la institucionalidad no es capaz de ejercer el control
institucional amplio del territorio, se corre el riesgo que la violencia se
profundice y se unan al desorden, nuevas fuerzas antisistémicas.
(Recomendado: https://www.las2orillas.co/las-fuerzas-antisistemicas/)
Cuando no hay eficiente control
institucional sobre los territorios rurales, su población queda en medio de los
intereses políticos de todas las tendencias, la ideología encuentra terreno
abonado y la protesta social trasciende a enfrentamientos entre la Fuerza
Pública y las comunidades.
En los paros que durante las
últimas semanas se han presentado en
regiones como el Cauca, Norte de Santander, Antioquia y Cesar, las autoridades
han observado personas vestidas de civil, portando armas largas. (Ver foto
tomada en Mondomo Cauca, el 26 de octubre de 2017).
Los reacomodos de las bandas
criminales, de los disidentes y desertores de las Farc, ejercerán nuevas
tensiones para ganarse el control sobre los corredores de movilidad del
narcotráfico, las rutas fluviales y selváticas para transportar la cocaína; con
ello buscan los actores ilegales facilitar el ingreso de los insumos, a los
laboratorios y cristalizaderos de clorhidrato de cocaína.
En medio de la fuerza que ejerzan
estas bandas y mafias que tienen como objetivo mantener la hegemonía del
narcotráfico y la minería ilegal, quedará una estela de nuevos desplazamientos,
más jóvenes reclutados en las filas del crimen, más violencia sexual, nuevos
crímenes a líderes y activistas de derechos humanos, asesinatos a miembros de
las Farc cobijados por el acuerdo de paz, asesinatos de líderes que apoyan los
programas de sustitución de cultivos ilícitos, o crímenes contra líderes afines
al movimiento político de las Farc...
Pareciera que mientras en La
Habana se negociaba con celeridad y seriedad, en Bogotá no hubieran alistado
las estrategias del pos acuerdo con las Farc y que no hubieran dimensionado el
tamaño de su responsabilidad con la historia y el acuerdo mismo. Los miembros
de las Farc desarmadas que acompañan los programas de gobierno durante esta
fase de la implementación, han observado la complejidad del ejercicio de la
coordinación interinstitucional, las dificultades para ejecutar los fondos
públicos y las contradicciones de un Estado que se percibe como incapaz de dar
respuestas integrales, a los grandes problemas del campo y de la periferia de
las ciudades.
El narcotráfico como fenómeno y factor desestabilizante,
sigue usando grandes esfuerzos del Estado que actualmente lo enfrenta con
estrategias deshilvanadas y contradictorias. Si desde hace más de 30 años
venimos enfrentando la lucha contra el narcotráfico, hoy parecemos estar en el
mismo punto de partida. (Recomendado: https://www.las2orillas.co/hasta-los-tuetanos/)
En las zonas más densas con
cultivos de hoja de coca, excluidas del desarrollo rural, persiste la cadena
del sistema del narcotráfico:
- Etapa de Producción de hoja de coca: involucra
la tierra, semillas, maquinaria, tecnología y depredación del medio
ambiente; al ampliarse la frontera agrícola se tumban bosques y selvas, se
depredan las vegas de los ríos, se pierden grandes extensiones de selva o
bosque tropical, para sembrar nuevos plantíos de coca. En esta fase
intervienen familias productoras de arbustos de coca.
- El Procesamiento de la hoja de coca: se
establece la recolección de la cosecha de hoja de coca, (generalmente 4
cosechas por año), infraestructura de los centros de acopio, insumos
químicos, complejos industriales, mano de obra, redes de apoyo, seguridad,
y contrabando. En la primera etapa intervienen los pequeños productores
que transforman la hoja en pasta base de coca y finalmente intervienen los
criminales que la convierten en clorhidrato de cocaína.
- Transporte: Los medios utilizados son
fluvial, terrestre, líneas de comunicación hacia los centros de acopio,
control de espacios terrestres, de salida al mar, y microtráfico. Esta
fase implica la aplicación de medidas de seguridad e inteligencia de los
grupos criminales.
- Comercialización: Aquí se encuentran
las redes de distribución, redes de apoyo de transporte nacional e
internacional, el jíbaro y el narcomenudeo. También implica seguridad e
inteligencia de las mafias encargadas de la comercialización.
- Consumo: En este punto del eslabón se
evidencia el problema social y de salud pública por el incremento en los
consumidores.
- Lavado de Activos: Es el último eslabón
de la cadena criminal donde se refleja el financiamiento y sostenimiento
de la actividad ilícita; hay flujos de dineros hacia las mafias y paraísos
fiscales.
Este panorama que se viene dando
antes del acuerdo con las Farc y ahora acentuado sin ellas, exige de
instituciones fuertes y estrategias integrales que brinden seguridad a los
colombianos, mayor bienestar para todos y no repetición del conflicto armado
por causa de la improvisación y de un deshilvanado cálculo político.
Otro factor que se agrega a la tormenta
perfecta es la protesta social. Mientras el gobierno envía señales de
incoherencia, las organizaciones sociales bien aplicadas comenzaron el tiempo
electoral con movilizaciones en campos y ciudades, portando sus banderas de
reivindicación de derechos, los mismos que siempre pregonaron las Farc. La
protesta paralizará calles y caminos, inundará la plaza pública de las ciudades
capitales con el objetivo de llamar la atención a los centros de poder, para
mostrarle al país que el gobierno es incapaz de responder a sus demandas
históricas.
Los movimientos sociales,
el movimiento indígena (Minga de resistencia por la defensa del territorio, la
dignidad y el cumplimento de los acuerdos), las exigencias desde los territorios
colectivos y zonas de reserva campesina, los cocaleros..., han sumado a sus
causas e inconformidad histórica, un nuevo argumento: el “incumplimiento del
gobierno a los acuerdos con las Farc”.
Es evidente que algunas
organizaciones sociales, son afines políticamente a las Farc. Pero quienes estuvimos
de acuerdo en que las Farc negociaran políticamente con el gobierno, debemos
propender por lograr el mejor ambiente para que se amplíen los mecanismos de
una democracia justa y participativa, esa que no le quita nada al que ya tiene,
esa que respeta a quien ha conseguido su patrimonio con trabajo y sacrificio;
esa que busca la inclusión de todos, la que abriga el respeto, la tolerancia, y
la que permite que el disenso enriquezca hasta nuestro propio punto de
vista.
El inconformismo puede desembocar
en más enfrentamientos y en la medida que no haya capacidad institucional, se pueden
gestar nuevas fuerzas antisistémicas ideologizadas, que
usarían conscientemente el odio y la apostasía, para emprender un estilo
particular de lucha, que al final solo persigue destruir radicalmente el
sistema social vigente, por otro alternativo completamente diferente, que una
vez alcanzado y conquistado el poder del Estado, mutan radicalmente para
convertirse en movimientos simplemente intrasistémicos y hasta
defensores del ligeramente modificado status quo.
Los gobiernos deben revisar sus
objetivos estratégicos, entendiendo las dificultades fiscales en medio de
la recesión económica; toda la institucionalidad en firme, debe seguir luchando
contra la corrupción para destinar con la mayor certeza, transparencia y
justicia, sus fondos públicos en beneficio de las comunidades.
Es preciso el mayor compromiso
con el desarrollo rural; pero esto requiere de una mejor planificación
estratégica al interior de la institucionalidad, la comprensión de las nuevas
dinámicas territoriales y la acción conjunta de los poderes públicos, para
fortalecer la cobertura y eficiencia del Estado Social de Derecho, ese marco
jurídico político propuesto en la Constitución de 1991, dentro del cual todos
los colombianos nos comprometemos a construir
unas nuevas relaciones, basadas en el respeto y la igualdad, en los principios
y valores como la vida, la prevalencia del interés general sobre el particular,
la solidaridad, la protección de las riquezas culturales y naturales, la
dignidad humana y la participación ciudadana.
La persistencia de las
contradicciones irresueltas en el campo colombiano, animan las crisis
recurrentes, que pueden transformarse en la tormenta perfecta. Se
sucederán los movimientos de resistencia, las luchas por transformar el sistema
democrático, si los gobiernos no son capaces de comprometerse y cumplirle a la
gente más aislada del desarrollo.
Escrito en Chía el 03 de Noviembre de 2017 a las 17:35h
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