Sin duda el Acuerdo con las Farc es útil para la Paz y el bienestar
del país; pero al no ponernos de acuerdo sobre las iniciativas estratégicas de
su implementación, y al no llenar el tanque del posconflicto con altas dosis de
ética, se hace imposible recoger los frutos de las instituciones que vienen
arropando nuevos espacios territoriales.
El posconflicto con las Farc políticas y desarmadas, las
que preferimos todos los colombianos, ha permitido escuchar de las gentes de la
Colombia escondida, increíbles testimonios en democracia, que están iluminados
por la fraternidad y la confianza, que se ha venido tejiendo en cada espacio
donde se practican diálogos sinceros con múltiples actores sociales.
Pero escuchar del propio Fiscal General de la Nación los vicios sobre el
uso de los fondos para la paz, deja en la retina de los observadores del acuerdo,
señales por falta de control e improvisación, y pone al patético fantasma de la
corrupción, en las puertas de los programas de gobierno encargados de la
implementación del Acuerdo.
Disidencias de las Farc, imagen Colprensa |
Marlon Marín y Jesús Santrich, imágenes de redes sociales y Colprensa |
Los fondos para la paz, del
posconflicto con las Farc desarmadas, deberían ser intocables
durante el difícil camino que los convierte en obras, esos fondos deberían
carecer del impuesto que cobra la burocracia que los administra, porque son
para seres humanos sin buen techo, son para proveer bienes de uso público en las
zonas marginadas por la ignominia del conflicto con las Farc; son para
construir escuelas, centros de salud, infraestructura básica, muelles para
acceso fluvial en medio de los manglares
y las selvas, son para esa respuesta rápida que cierra brechas; son para desarrollar
proyectos productivos, que impulsan las economías de comunidades sin acceso a
derechos.
Casi en simultáneo con esta
vergüenza, se recibe otro golpe que estalla sobre el rostro del Acuerdo de
Paz; observar a Jesús Santrich entre las sombras del delito, sumergido sin luz,
entre los bajos fondos de las tentaciones del narcotráfico, rompe la poca confianza
ciudadana hacia los dirigentes del partido político de las Farc.
La captura y reclusión de Santrich en la cárcel la Picota, donde
seguirá su huelga de hambre, evidencia la reincidencia delictiva de uno de los
líderes de ese partido político, y sugiere a sus compañeros que no lo defiendan
argumentando un supuesto montaje, o descalificando al Fiscal; es mejor que
guarden distancia con su camarada, porque la solidaridad airada suena a
complicidad.
Marlon Marín, el sobrino de
Iván Márquez, (cuyo nombre verdadero es Luciano Marín), puso más dinamita sobre el acuerdo, cuando las autoridades
descubren que estaba encargado de sacarle coimas a los fondos contratados para
la paz; la Dea coordinada con autoridades nacionales, obtiene una posición
privilegiada y prefiere no relacionarse con la novel Justicia Especial para la Paz;
por eso decidió llevarse a Marín para Nueva York, protegiéndolo como su testigo
estrella, quien a pesar de enfrentar duros cargos por narcotráfico, saldrá beneficiado
cuando cuente todo lo que sabe de Santrich, sobre otros líderes de las Farc
desarmadas que pudieran relacionarse con narcotráfico y seguramente
señalará al capo del cartel de Sinaloa, e informará sobre desvergonzados
funcionarios públicos que ferian los fondos para la Paz.
Ahora, el asesinato de tres ciudadanos ecuatorianos, sumado al secuestro
de otros dos nacionales del hermano país, ha descargado un inmenso despliegue
militar conjunto binacional sobre los 586 kilómetros, que desde el río Güepí
hasta la desembocadura del río Mataje en la Bahía Ancón de Sardinas,
constituyen la frontera con Ecuador; sobre ese teatro de operaciones, las autoridades
de ambos países esperan poner a buen recaudo las facciones de las Farc
armadas.
Los comunicados que firman las Farc-Ep armadas, confunden a la
opinión pública; eso estimula la desconfianza y los cuestionamientos: ¿es
cierta la cantidad de armas que entregaron a la ONU?, ¿existen remantes de
armas y pertrechos reservados a nuevos desertores?
Al no hacer diferencia entre las Farc armadas y las Farc desarmadas,
millones de colombianos se preguntan sobre cuál paz con las Farc, si siguen secuestrando,
narcotraficando, extorsionando y asesinando..., cobrando por ventanilla el
error estratégico de las Farc políticas, desarmadas, que decidieron conservar
su nombre de lucha.
Por tanto, aumentan las afirmaciones del consentimiento asistido con quienes
reconfiguran la guerra desde las disidencias de “Gentil Duarte”, el “Guacho”
“Cadete”, “Iván Mordisco”, “Giovanni Chuspas”, “Calarcá”, “John 40”, “David”,
“Juvenal”, y otros 1.200 ex combatientes que hasta hace poco rompieron filas con
las Farc que firmaron el acuerdo. ¿Son estas facciones el brazo armado, de las Farc
políticas que llegarán al congreso el próximo 20 de julio?
Ciertamente el monitoreo sobre las acciones de quienes armados hoy
firman como Farc-Ep, destaca la coordinación de acciones entre las diferentes
facciones criminales, para ejercer el control de corredores de movilidad y
abastecimiento, extendiéndose sobre las fronteras y los teatros de operaciones,
donde las fuerzas militares y policiales históricamente combatieron a las Farc del
Acuerdo.
Será tan grande el desafío de usar todo el poder de combate de la fuerza
pública, para combatir a las Farc armadas y los diversos grupos
armados que hoy tienen en jaque a la institucionalidad, como corregir la disfuncionalidad
de las estrategias de implementación del proceso de Paz, donde la gente no
encuentra diferencias entre las Farc armadas y las Farc desarmadas.
Escrito en Chía el 17 de Abril a las 22:30h
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