Con Claudia López he coincidido algunas veces: en foros
de universidades, en una mesa por La Paz en Sincelejo, dialogando sobre la
responsabilidad institucional frente al conflicto armado en Colombia, en otra ocasión por asuntos de interés común en la lucha contra el paramilitarismo; y recientemente, para tratar sobre el tema de mayor interés nacional de la semana: la consulta
anticorrupción, que ella promueve con otros líderes políticos.
En principio, legué a pensar que la consulta de este próximo domingo era
innecesaria por cuanto la Constitución y las leyes colombianas promueven el
bien común; asumía que con solo cumplir lo establecido y promover la ética en
el seno de las instituciones, era suficiente para poner freno a este fenómeno
nacional.
Fotografía tomada en familia en el poblado de Duncan, Brithis Columbia, Canadá 20 de julio de 2018, a las 15:53h |
Una cosa es la teoría y otra la práctica: es la disyuntiva del racionalismo
más ilustrado. Ciertamente cuando se toma una decisión, el ser humano tiene
la libertad de escoger entre el camino del bien o el del mal, y es ahí, cuando se
produce la catástrofe que pone al país en el ranking de los más corruptos;
ocupamos el puesto 90 entre 176 países y Colombia se encuentra entre los 10 países
más corruptos de América Latina; según Transparencia Internacional, (quien mide
la percepción de corrupción), la calificación del país durante el 2016 fue de
37 sobre 100, cuando 100 es la percepción de no corrupción; los cambios para
revertir esa deshonra podrían demorar 100 años.
Tomándome el café con Claudia
López, le expresaba
mi opinión sobre lo innecesario de la consulta y con determinación me contestó:
“con solo deseos y buenas intenciones, no se pone freno a tanta corruptela”; es
preciso que los ciudadanos en masa se pronuncien en contra del desangre de la corrupción, pues según los
investigadores, esta
enfermedad, hace que el país
pierda al año unos 50 billones de pesos; casi un billón por semana; la tarea es
evitar que ese dinero se salga por el túnel de la corrupción: detener la metástasis,
produce desarrollo para todos.
Claudia López, fotografía Twitter @ClaudiaLopez #ConsultaAnticorrupción: https://twitter.com/hashtag/ConsultaAnticorrupcion?src=hash |
La corrupción nace en lo más
simple: en casa germina la desobediencia a los principios rectores de la
ética: decir mentiras, engañar, promover el facilismo, enseñar que el camino
más rápido es el atajo; “haz lo que sea pero no te dejes, lo que importa es
ganar:” (postulado de un padre ignorante a su hijo).
Las erradas consignas, prosperan como semilla entre la cizaña y siembran
la corrupción; desde adolescentes torcemos el camino hacia la tentación: “hay
que hacer cualquier cosa con tal de conseguir dinero, con tal de lograr el
éxito”. Hace tanto daño la corrupción, que socava hasta las instituciones más
queridas; ataca al más fuerte, se mete como un demonio entre lo más bueno...; tal
podredumbre, desnaturaliza, carcome, enferma, divide, desune y destruye lo que
está bien hecho.
Es Terrible: El Dr. Juan Carlos
Henao, rector de la universidad externado de Colombia, le respondió a Yamid
Amad, que la corrupción en Colombia es sistémica tanto en el sector privado
como en lo público, que existen marcados intereses de la clase política y en la
mentalidad de los colombianos; que los tipos de corrupción más frecuentes son
el soborno, la apropiación de bienes públicos, la extorsión y el nepotismo, a
lo que se suma que el 58 por ciento de empresarios afirman que “si no se pagan
sobornos, se pierden negocios”.
Monseñor Óscar Urbina,
presidente de la Conferencia Episcopal, expuso ante El Tiempo, que la iglesia
católica ve con buenos ojos la consulta anticorrupción, porque la considera como
un proceso democrático que “incentiva la
reflexión y la consolidación de la conciencia comunitaria”. Agregaba monseñor,
que “ningún mecanismo es suficiente para erradicar este flagelo de Colombia”, pero
la consulta nos pone en un punto de inflexión, desde donde no se tolerarán
asomos de corrupción en ningún lugar del país.
Mentiras y suspicacias: desde
distintas orillas llegaron mensajes que confunden y me detengo en el que más
llama mi atención: “los sueldos de los generales y por ende el de la
oficialidad, y la tropa, serían reducidos por causa de esta consulta”.
“Son mentiras”, -me explicaba Claudia López-; el primer punto de la
consulta busca bajar el salario desproporcionado de los congresistas y
aterrizarlo a las realidades fiscales del país: “de 40 salarios mínimos, nivelarlos
a 25 SMLV”, hoy un congresista percibe cada mes, un poco más de $31
millones de pesos y un general de la república, cerca de $17 millones, (menos
de 25 salarios mínimos); “la consulta debe producir una consecuencia: ponderar por
lo alto, los sueldos de toda la tropa”.
Por todo esto, una consulta anticorrupción como la planteada debe producir
mejoras sustanciales en la vida del país. Necesitamos: 1.- Pasar de la
filosofía a la acción. 2.- Cortar el chorro del desfalco fiscal. 3.- Que se
entienda que para lograr el éxito, no es necesario robar. 4.- Que los políticos
trabajen exclusivamente para bien de todos los colombianos.
Sin duda que el tema da para tomar más de una olleta de café, pero me queda la certeza que esta consulta es el verdadero comienzo a un proceso de sensibilidad nacional, que pone un tate quieto a la corrupción; por eso, frente al valeroso empeño de quienes promueven esta consulta, apoyada por nuestro presidente Iván Duque, me preparo sin dudas a votar 7 veces Sí este domingo 26 de agosto.
Sin duda que el tema da para tomar más de una olleta de café, pero me queda la certeza que esta consulta es el verdadero comienzo a un proceso de sensibilidad nacional, que pone un tate quieto a la corrupción; por eso, frente al valeroso empeño de quienes promueven esta consulta, apoyada por nuestro presidente Iván Duque, me preparo sin dudas a votar 7 veces Sí este domingo 26 de agosto.
Escrito en Chía, el 21 de agosto a las 10:00h
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