En las primeras metas volantes habrá un compás de espera, pero en los primeros puertos de montaña habrá una feroz rebeldía, y en la escalada de 48 meses sin tiempo para mirar atrás
Una carrera contra el reloj sobre terreno de ascenso, llena de premios de montaña fuera de categoría, es la galopada que inicia el gobierno del presidente Iván Duque Márquez, junto a su renovado equipo, que incluye velocistas, técnicos, expertos en pavés y por supuesto, escaladores puros que marcarán el paso durante cuarenta y ocho meses, en los que no hay tiempo para mirar atrás.
Cerca de cincuenta millones de colombianos, vigilarán el paso de la caravana desde las empinadas montañas de la geografía nacional; instalados en sus valles extensos, en las llanuras y recovecos de las selvas, las vegas de quebradas y ríos, en llanuras, campos y ciudades; en todas los rincones esbeltos de Colombia, estarán observando cada pedalazo, cualquier pinchazo, cualquier resbalón; unos animarán, otros exigirán más pedal; otros aplaudirán o se frotarán las manos, y otros más activos sobre la ruta del gobierno, impedirán su avance: se pararán con palos, machetes, piedras, pasamontañas, camiones, bombas incendiarias, tachuelas, escopetas y fusiles; el camino estará lleno de hondos precipicios sembrados con ortigas, cizañas y pringamosa; durante las primeras metas volantes, habrá un compás de espera, hasta las zonas de alimentación; pero en los primeros puertos de montaña, habrá una feroz rebeldía.
El panorama no permite echar culpas contra nadie y no hay excusas: que me faltó tiempo, que no entrené, que es la primera vez que corremos juntos, que no podemos coordinarnos, que no alcanzó la plata…; en fin nada tiene excusas; ni siquiera las 200.000 hectáreas de coca, ni siquiera los recorderis irrespetuosos, inapropiados, recriminatorios, fatalistas, y revanchistas de Ernesto Macías, presidente del Congreso; solo se hace caso al espíritu sensato del director de la carrera; a sus primeras palabras: “sin anclas en perjuicios del pasado, acción permanente del Estado, legalidad, emprendimiento y equidad, construir sobre lo construido y nunca destruir”.
“Quiero que la vida de los colombianos empiece a cambiar ya. Que con esperanza e ilusión iniciemos en estos momentos el camino hacia la felicidad que nos corresponde como nación”.
El presidente es quien traza la ruta
Esa es la ruta que traza el presidente de los colombianos: pasar la página de la polarización, pedalear en función de los consensos y la unidad nacional; sus primeras órdenes tienen carácter de bondad y solidaridad hacia la fuerza pública, ha señalado una ruta muy distinta a la de su partido. Una cámara de televisión, registró para la opinión nacional minutos después de la ceremonia de posesión del presidente Duque, a varios miembros del partido Centro Democrático, con pasa bocas en mano, dando señas de una reconquista con tono burletero, característica que nos divide, que nos aleja de la unidad nacional y que nos sumerge en los pantanos del odio.
Sobre los acuerdos de paz con las guerrillas de las Farc, legado del anterior gobierno, el presidente Duque enfrenta una de sus mayores disyuntivas, entre quienes votamos por él y entre quienes no. Los primeros anuncios, dejan apreciar que los acuerdos en esencia se conservan y los ajustes en la implementación serán los más sustantivos, pondrá una mayor atención de orden técnico; sus políticas incluyen nueva semántica y hasta permite rebautizar algunos hitos, para que la historia se encargue de hacer percibir que su gobierno es quien hace la verdadera paz con las guerrillas.
La ruta de esta carrera contra el reloj, debe ir venciendo los mayores desafíos: una batalla prolongada será movilizar el pesado Estado en función del desarrollo y la confianza ciudadana, considerando que esto no es borrón y cuenta nueva. Hay pelotones sobre la marcha con misiones de función pública y esto no es de quítese que ahora yo porto la camiseta de pepas como líder de la montaña.
Por eso muy realista el presidente Duque, cuando afirma que no promete el cielo y la tierra, pero si un trabajo con el corazón, lleno del mejor ánimo para el progreso de los colombianos.
El gobierno será exigido a fondo en la lucha contra las drogas, el desarrollo rural, social y humano; desde esa perspectiva, todos los ministros y altos consejeros, serán sometidos a una presión permanente y en la nuca estará respirándole una feroz oposición, que ha sido probada en todos los espacios del país: con juicio o sin juicio, con buenos deseos o mezquindades; aumentarán sus contra ataques, buscando someter al nuevo gobierno a un asedio diluido durante todo su mandato.
Será la última oportunidad que tendrán los gobiernos de derecha para ejercer el mando de la institucionalidad nacional, pues de no lograr convencer a los colombianos con sus buenas acciones, la bien organizada izquierda democrática en cuatro años estará relevando al presidente Duque.
La oposición más radical, querrá que este gobierno pierda y buscará todos los medios posibles por hacer que no llegue a la meta, practicando un apotegma: si yo no puede por ahora, usted, tampoco podrá; con ese tipo de rivales, arrancó el presidente Duque su carrera contra el reloj.
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