Las credenciales que el presidente Iván Duque, ha presentado como el
gran capitán del barco, están soportadas en tres pilares fundamentales: promover la “legalidad, el emprendimiento y la
equidad”, altos valores democráticos que propenden garantizar el imperio
de la ley y el ejercicio pleno de las libertades ciudadanas.
Fotografía del barco Stolt Surf tomada por Karsten Petersen |
La abultada y pesada
institucionalidad nacional, tendrá que ejecutar en terreno, estrategias y
mecanismos inteligentes, para que las decisiones transformen las crudas
realidades, en victorias tempranas, con eficiencia, prudencia y sinceridad con
los colombianos.
Esa gran campaña operativa
requiere de liderazgos adaptativos y estratégicos para enfrentar las más duras tormentas,
combinando las dinámicas tradicionales, con la innovación de las nuevas
competencias del equipo que gobierna el barco. Poner a la tripulación a lograr resultados
inmediatos es el error de siempre; hay que lograr resultados, considerando la
cultura de las instituciones y el contexto antropológico de nuestras regiones.
La importante misión que ocupa
a la Casa de Nariño, ministerios, altas consejerías, agencias y entidades del
ejecutivo, (la tripulación del barco), implica un gran incursión de capacidades
institucionales, tal como el propio desembarco de las tropas aliadas en
Normandía; sus mejores armas deben estar cargadas de obras y bienes públicos
sobre teatros de operaciones olvidados por el Estado, cercados por mafias de cuatreros
ricos, por sus economías ilegales.
Es hora de sepultar la excusa de la guerra, que no permite llevar
desarrollo...
Hay que hacer posible la
estabilización de esas regiones olvidadas, con más eficiencia y velocidad; es
una competencia de altísima exigencia que apenas dispone de 46 meses, para que
nuestro presidente y el dispositivo que ha desplegado, muestren resultados en
medio de las restricciones y la enfermiza disfuncionalidad estratégica.
Cualquier estrategia, exige de
un liderazgo dinámico e inteligente, con altas dosis de coherencia,
transparencia y confianza.
Coherencia entre lo que
piensan tantos capitanes de naves, con sus numerosas tripulaciones: los
encargados de los programas, poseen técnicas propias para navegar, pero en el
mar cualquier cosa puede pasar; se necesita adaptabilidad para conservar lo
esencial y al mismo tiempo evolucionar en medio de un entorno altamente
turbulento donde el líder debe construir una estrecha sincronización con su
tripulación; cualquier capitán experto, no puede confundir el liderazgo con la
autoridad, el poder o la influencia.
Un mecanismo o una estrategia
nunca debe pasar por encima de otra, debe complementarla; esa tendencia que
caracteriza a nuestras instituciones, ha retardado misiones tan complejas como
acabar con los cultivos de coca, la minería ilegal, llevar agua potable,
escuelas y conectividad a las zonas de frontera, o en las poblaciones ribereñas
de los 8.273 kilómetros, sobre los 26 ríos navegables de la Colombia rural.
La coherencia institucional, obliga a que cada día haya menos diferencia entre lo que se piensa y lo
que se dice o hace, y procura que exista menos distancia entre las decisiones
que tomamos y lo que hacemos para lograrlo.
La transparencia es un
faro que guía al gran capitán del barco, en medio de tanta turbulencia,
indignación y exigencia; cada capitán que funge como ministro, como alto
consejero o director técnico de los programas, debe producir resultados con absoluta
trasparencia, porque las operaciones de las naves, deben claridad a los
ciudadanos que hacen control político de la gesta.
Para ganar confianza, sine cua non, se debe actuar con coherencia y trasparencia; la confianza es la que permite
sostener relaciones de largo plazo y en medio de tanta rivalidad, es condición necesaria
para construir diálogo y desarrollo.
Construir confianza es tarea principal
del capitán del barco con su tripulación, y cuidar la confianza, un asunto de
todos.
No existe mayor riesgo para el capitán de un gran velero, que marearse en plena navegación y no poder motivar a sus marineros en plena competencia; lo más edificante para un líder es poder hacer cambios a su rumbo, si el temporal lo exige; usar toda la capacidad de maniobra de la nave, combinar la mejor técnica de sus marinos, e imprimir a la navegación su sello personal, su liderazgo dinámico y adaptativo, enfrentando con mayor inteligencia, las condiciones cambiantes de las tormentas.
Concluyendo: la
estrategia de cualquier capitán de barco se orienta dentro de un ejercicio dinámico
que se retroalimenta constantemente dentro de lo pactado y lo cumplido; es la forma
de escalar, para llevar a puerto los pilares fundamentales de este gobierno;
sin coherencia, transparencia y confianza, no se logra legalidad, emprendimiento
y equidad.
Un liderazgo inteligente,
construye sobre lo construido, conserva lo esencial, evoluciona en mares
turbulentos, sincroniza capacidades, sabe medir sus fuerzas, no eleva las
expectativas, no tiene respuestas fáciles y asume el reto de hacer cambios.
Los problemas que enfrenta el
comandante de la flota, son extraordinarios y absolutamente complejos. Por todo
esto, debe existir completa armonía en todos los instrumentos y mecanismos del
barco, con toda la tripulación y con la misma ciudadanía.
Los ciudadanos no somos simples
invitados a mirar cargar las velas, debemos subir a cubierta y estar dispuestos
a servir y navegar, como la fuerza propulsora, como parte de la solución y no
del problema; solo así, entre todos, podremos sortear los abruptos cambios del
mar y del viento.
Escrito en Chía al 03 de octubre de 2028 a las 12:00h
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrar¿Un buen líder se hace o nace? es la pregunta que simpre nos hacemos frente a los retos cuando decidimos tomar las riendas de una gran empresa en la cual se toman decisiones para hacer transformaciones.
BorrarEn política pública, cualquier decisión debe lograr alcanzar el bienestar de la gente.
En el mar, navegar sin radar o sin el plato de estrellas, hace perder el rumbo y debilita el liderazgo que motiva la tripulación del barco.
Frente a las decisiones que se toman para lograr consolidar las estrategias sobre territorios que han estado a merced del crímen organizado por falta de un efectivo control insitucional, es fundamental lograr un amplio conocimiento antropológico y establecer una completa cartografía social, que registre las bondades, las vocaciones y capacidades de todos los actores instalados sobre el teatro de operaciones o sobre un territorio en particular.
La estrategia es el vínculo entre la realidad y el futuro.
Una buen estrategia debe poseer altas dosis de coherencia institucional, transparencia y confianza ciudadana. Tareas de alta complejidad que debe lograr el gran capitán del barco y su tripulación.
3 de octubre de 2018, 17:35
En el símil del velero que refiere este Blog, se trata de posicionar el "liderazgo adapatativo". Este liderazgo que debe caracterizar el pensamiento estratégico, requiere de capitanes innovadores, que valoren lo construído por sus antecesores, que integren las condiciones de maniobra de su velero, las capacidades de cada uno de sus tripulantes, con las coyunturas y contextos que serán siempre cambiantes, fortaleciendo el liderazgo con la motivación de sus marineros.
ResponderBorrarEl liderazgo adapatativo, moviliza las tripulaciones para afrontar desafíos difíciles, combinando aproximaciones tradicionales con nuevas competencias que permiten navegar frente a retos sin precedenteds.
Corrijo: "Liderazgo adaptativo..."
ResponderBorrarUn liderazgo inteligente, construye sobre lo construido, conserva lo esencial, evoluciona en mares turbulentos, sincroniza capacidades, sabe medir sus fuerzas, no eleva las expectativas, no tiene respuestas fáciles y asume el reto de hacer cambios.
BorrarSi la tripulación no es apta, o ha llegado al puesto de control simulando una experiencia que no tiene, hay mucho riesgo de naufragio. PD. Me sumo a su acotación: Ya no pueden echarle la culpa a la guerra, si llegan a FRACASAR
ResponderBorrar