Llego a casa y me entero hasta entrada la tarde, sobre la acción de la Fiscalía General de la Nación,
que produce la recaptura de Jesús Santrich, en la mismas puertas de la cárcel La Picota.
Recuerdo de ayer: miraba
repetidamente el video que la opinión calificó como la prueba reina, en el caso
Santrich; a simple vista pensaba: ¡Santrich debe ser extraditado...!; no miraba nada
más; no revisé las declaraciones de los expertos; no reparé de los técnicos
judiciales, sus abiertas interpretaciones.
Simplemente lo vi varias veces; lo
percibí como millones de colombianos que escuchamos la voz del corazón, y NO,
los caminos que ofrecen las luces del derecho: es un acto delincuencial, ocurrido después de la firma de los acuerdos de Paz, el 01-12-2016.
Podría decir que la Justicia Especial
para La Paz, JEP, debió hacer más esfuerzos para coordinar con la fiscalía y en
el mismo sentido la fiscalía, debió hacer más equipo con la JEP en el caso
Santrich: “cooperación selectiva”.
Podría pensar que la justicia ordinaria debe investigar los hechos; que la Fiscalía y el gobierno norteamericano que acusa a Santrich de narcotráfico, debieron trabajar más estrechamente con la JEP y viceversa.
Podría pensar que la justicia ordinaria debe investigar los hechos; que la Fiscalía y el gobierno norteamericano que acusa a Santrich de narcotráfico, debieron trabajar más estrechamente con la JEP y viceversa.
Podría pensar que los organismos
de inteligencia no se hicieron acompañar de autoridad judicial para hacer sus
pesquisas; por eso las tantas dudas, e interpretaciones de los doctores de la
justicia...; podría pensar mil cosas.
En concreto: la JEP, dejó un limpio destello del lado de quienes defienden
la libertad de Santrich; pero también dejó abierta una ventana, para que el
gobierno, reaccionara con mano firme y en coherencia con su vehemente reclamo ante la justicia
transicional.
Que viene: seguiremos tragando sapos y el camino es bien largo; por
tanto el país necesita mucha prudencia; calmar las tormentas que desatan las
barras bravas de la política, que instrumentalizan el verdadero sentido de La Paz, y que como lobos a la caza de su presa, transmiten en directo los medios de comunicación y las redes sociales, mostrándonos ante el mundo como cavernícolas en acción.
Como ciudadano que en libertad democrática y en ejercicio de sus derechos, votó Sí al plebiscito por La Paz; seguiré defendiendo el proceso de paz con las Farc, en lo medular, pese a sus dicotomías: Santrich NO lo es todo.
Apoyar la paz no significa que se apoya es a las Farc, y que se es condecendiente con ellas; es apoyar un Acuerdo; las Farc deben reconocer su gran responsabilidad, ponerle la cara a las víctimas en cada rincón donde delinquieron, mostrar arrepentimiento; igual debe ocurrir, del lado de quienes desde la institucionalidad y la civilidad, cometieron graves desafueros.
Como ciudadano que en libertad democrática y en ejercicio de sus derechos, votó Sí al plebiscito por La Paz; seguiré defendiendo el proceso de paz con las Farc, en lo medular, pese a sus dicotomías: Santrich NO lo es todo.
Apoyar la paz no significa que se apoya es a las Farc, y que se es condecendiente con ellas; es apoyar un Acuerdo; las Farc deben reconocer su gran responsabilidad, ponerle la cara a las víctimas en cada rincón donde delinquieron, mostrar arrepentimiento; igual debe ocurrir, del lado de quienes desde la institucionalidad y la civilidad, cometieron graves desafueros.
Al final, lo mejor que podría
pasar, es que Jesús Santrich sea juzgado, con las mayores garantías procesales en Colombia; que los
militares procesados por la Justicia Especial para La Paz, gocen rápidamente de
los beneficios de la justicia transicional, que el gobierno apoye sin vacilaciones la implemenetación del Acuerdo, que las autoridades contengan el sicariato que asesina todos los días a líderes sociales y excombatientes, que la institucionalidad defina su rumbo, que gane gobernanza.
Y que a los excombatientes les quede claro: quien vuelva a delinquir, recibirá todo el peso de la ley, y el implacable repudio de los colombianos.
Cuando la JEP, en su tortuoso camino escuche a todos los actores de la guerra; cuando dejemos de vilipendiar al gobierno Juan Manuel Santos, a sus negociadores de La Habana, a la izquierda democrática, a los excombatientes de las Farc, al expresidente Álvaro Uribe..., cuando dejemos de calificar a este gobierno como su lacayo...; cuando dejemos de ofendernos tanto, ese día daremos el primer paso, para salir de este infierno.
Y que a los excombatientes les quede claro: quien vuelva a delinquir, recibirá todo el peso de la ley, y el implacable repudio de los colombianos.
Cuando la JEP, en su tortuoso camino escuche a todos los actores de la guerra; cuando dejemos de vilipendiar al gobierno Juan Manuel Santos, a sus negociadores de La Habana, a la izquierda democrática, a los excombatientes de las Farc, al expresidente Álvaro Uribe..., cuando dejemos de calificar a este gobierno como su lacayo...; cuando dejemos de ofendernos tanto, ese día daremos el primer paso, para salir de este infierno.
Un fuerte y respetuoso abrazo...
Escrito en Chía, a las 22:05h del 17 de mayo a las 22:00h
Apreciado Rafael, ese "cuando....."aun esta muy distante, medio siglo de terrorismo puro y duro deja heridas muy profundas que definitivamente la JEP no sanara ppor que fue disenada para limpiar a las FARC de sus crimines y el pueblo ya no se traga mas sapos. Haber incluido a los agentes del Estado, caso particular a los miembros de las FFAA.a sido un grave error por que desconocio la.JPM que es el juez natural de los militares...y hoy estamos igualados con los terroristas...los que defendemos.el Estado de Derecho juzgado por los jueces de los q querian destruir el Estado de Derecho.
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