Por tanta soberbia, Iván Márquez pondrá muchas cosas en orden.
Al informarle al mundo que se levanta en armas contra la opresión, que
ha comenzado la II Marquetalia, que sus acciones clandestinas, exigirán la
coordinación de esfuerzos con la guerrilla del Eln, para doblegar a la
oligarquía, iluminando con sus estoicas acciones el futuro de Colombia; Márquez
no lució como un negociador, sino como un prepotente dogmático, fanático
fundamentalista.
Se infiere que al violar los compromisos pactados en el Acurdo de Paz, Márquez, se dedicará a hacer lo que sabe hacer:
narcotraficar, asesinar, extorsionar, atentar, agitar, subvertir, estallar
petardos para generar pánico, alentando con células urbanas, el caos y la destrucción.
Márquez, insistirá en lograr una alianza criminal con Gentil Duarte, con Mordisco, los elenos y los clanes que viven de los cultivos ilícitos; será preciso como lo dice su anuncio, hacer llamadas y enviar panfletos extorsivos a ganaderos, empresarios, comerciantes, industriales, empresas, multinacionales, y la gente que tiene más de cien millones de pesos en cuentas bancarias, fruto del trabajo limpio, que Márquez y sus bandidos envidian, porque según sus postulados, esa plata le pertenece al pueblo oprimido.
Márquez, insistirá en lograr una alianza criminal con Gentil Duarte, con Mordisco, los elenos y los clanes que viven de los cultivos ilícitos; será preciso como lo dice su anuncio, hacer llamadas y enviar panfletos extorsivos a ganaderos, empresarios, comerciantes, industriales, empresas, multinacionales, y la gente que tiene más de cien millones de pesos en cuentas bancarias, fruto del trabajo limpio, que Márquez y sus bandidos envidian, porque según sus postulados, esa plata le pertenece al pueblo oprimido.
Gracias señor Márquez por su sinceridad; luce como un dechado del populismo
y ahora como el máximo perpetrador de la guerra; la poesía existencialista
que profesa el ciego que sale a su lado, invita a la lucha de clases, y en
nombre de la revolución, estos disidentes, no tuvieron más remedio que volver a
las armas, obligados por el fin altruista de alcanzar el poder para el pueblo y
con el pueblo. Por su altivez, Márquez no pudo escuchar el clamor de millones de colombianos que tantas veces han expresdao: “Basta Ya de guerra en Colombia”; “Basta Ya
de política con armas”.
La interpretación necesaria de las futuras acciones criminales, del
señor Márquez y su combo, hizo saltar de las sillas a nuestra alta dirigencia, y,
a los más tibios responsables de implementar los acuerdos de paz.
Fue así que por la prepotencia de Márquez, el alto consejero Miguel
Ceballos, más vigoroso que nunca, anunció que el gobierno apoyaba con toda determinación
a los 10.500 excombatientes que siguen fieles al proceso de paz, firmado por el
gobierno de Colombia y las Farc; que se visitarán los 24 Espacios Territoriales
de Capacitación y Reincorporación (ETCR), y que sin duda alguna, se apoyarán
los proyectos productivos que ya están en marcha.
Por el anuncio de Márquez, hubo
más reacción inmediata: horas después del anuncio de la disidencia, ya
se notaba mayor decisión del gobierno del presidente Iván Duque para dinamizar los acuerdos. Los altos consejeros para la paz, la convivencia, el
desarrollo rural, la lucha contra los cultivos ilícitos, las reformas
políticas, la renovación del territorio, ahora sí, nos quieren mostrar que enfilarán sus baterías para honrar lo acordado.
Por causa del estartazo, del señor
Márquez, las autoridades ya le pusieron precio a su cabeza.
Y es que Márquez al vestirse nuevamente de rebelde con armas, es quien comienza a unir a este país, que aprende a los
totazos, por no ejercitarse en el orden, por dejarse atrapar de la mezquindad
de la política, y por no saber, ni querer trabajar en equipo.
Todo indica entonces, que este gobierno no le dará un ápice de
oportunidad, para que anime a más disidentes, no le permitirá dejarse ver a la
luz del día, le tocará vivir en la clandestinidad, a la sombra de Maduro, de la
extorsión y del negocio de las drogas.
Una vez pise suelo colombiano, Iván Márquez, y su banda residual armada, volverá
a sentir la zozobra que causa un avión de combate armado con bombas de 500
libras; sentirá el rugido de las ametralladoras punto 50 de los elementos de
combate fluvial, la artillería del ejército de Colombia y la incertidumbre que
produce la inteligencia silenciosa, que le puede infiltrar un dispositivo
electrónico en una muela, o en la suela de las botas de sus socios más
cercanos.
Tengo la certeza que el presidente Duque no permitirá que la historia juzgue
a su gobierno, como quienes hicieron trisas los acuerdos, por apostarle con
fidelidad, al lenguaje perturbador de su partido. El partido político Farc, tendrá
que repensar su denominación, pues quienes no apoyan el acuerdo de paz, lo seguirán
relacionando con la sigla que firma el grupo de Márquez y el señor Gentil
Duarte.
La Fuerza Alternativa del Común, debe desmarcarse de cualquier
coqueteo con el régimen de Nicolás Maduro; debe lograr mayor credibilidad a
través de la verdad que les falta contar, porque los colombianos necesitan muchos
más gestos de grandeza, de generosidad y de altruismo, más pronunciamientos como
los hechos hasta ahora por el señor Rodrigo Londoño, y como lo han ofrecido los miembros del partido político, que si le cumplen a los acuerdos de paz.
La derecha recalcitrante, más uribista que el expresidente Uribe, debe
tender la mano para unir al país; no pueden seguir haciendo el juego de hacer
inviable la vida en la República. Repetir que las Farc de Iván Márquez, son las
mismas de Timochenko, que todo es un cálculo premeditado, que las armas no se
entregaron todas, es faltar a la gallardía que ganaron, haciendo política.
El Centro Democrático, no puede seguir desconociendo las realidades
que dejan más de 10.000 excombatientes sin armas, en los ETCR; hoy, amplios
sectores rurales, tienen mejores oportunidades que cuando el conflicto se
exacerbó; hoy, la fuerza pública, registra mucho menos policías y soldados asesinados
en emboscadas, muchísimos menos mutilados, desmembrados por minas antipersonas;
los cirujanos y ortopedistas militares, han disminuido a casi cero su trabajo,
porque hay menos heridos en la guerra.
La izquierda recalcitrante, del senador Petro, Bolívar y compañía, deberá
reconocer que deslegitimar las instituciones no es el camino, tampoco lo es, atacar
al Establecimiento culpándolo de todo crimen que ocurre en un país que se ha
enfermado por la costumbre de matar, por cualquier cosa.
La izquierda no puede hacer política con la misma verborrea del Centro
Democrático, ni viceversa; no pueden seguir mostrándose los dientes; el
lenguaje incendiario, de cualquier líder político, es música para los oídos de
tanto bandido que se encuentra a la vuelta de la esquina, y puede interpretarse como una orden para seguir asesinando.
Las Fuerzas Militares, con la misma contundencia que comenzaron a
bombardear las disidencias de las Farc, deben bombardear las guaridas de
paramilitares y bandas criminales que disputan amplios territorios en 400 municipios
del país; la inteligencia del gobierno Duque, debe dar respuesta al porqué
asesinan tanto, quién está detrás de los asesinatos; quienes además del
narcotráfico, apoyan al crimen organizado. Los colombianos, no aceptan más que el
paramilitarismo, como ocurrió durante los años noventa y comienzos de los años
dos mil, sean aliados del Establecimiento.
Ni Iván Márquez, ni Gentil Duarte, ni todos los “elenos”, con el apoyo
de sus milicias urbanas, son la amenaza del pasado, pero no pueden ser desestimados; si pueden conformar una alianza peligrosa.
A Iván Márquez, hay que agradecerle que pusiera a pensar al mundo
político, y en espera de la grandeza de quienes rigen los destinos de la
nación, su anuncio, tiene que producir acuerdos y consensos para el bien del país.
El presidente Duque, tiene tiempo para honrar su talante, juventud, y
liderazgo, asumiendo con más determinación la implementación de los acuerdos; tiene
la posibilidad de pasar a la historia como quien unió al país, como quien consolidó
la ruta, para llevar a la civilidad a los excombatientes de las Farc. Debe comenzar por sentarse a beber un tinto largo con los
defensores del proceso de paz, y con todas las fuerzas políticas que se le oponen, hasta lograr acuerdos en lo que nos divide.
Escrito en Chía, el 02 de septiembre de 2019, a las 2130h
Es una posición clara de negociación, dónde la balanza se equilibra. Se reconocen las bondades de lo logrado con los acuerdos y sus posibilidades. Hay que reconocer los extremos y evitarlos. Gracias.
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